HIM & HER

 

Caca, culo, pedo, pis y mucha ironía. Esto es HIM & HER, la comedia británica emitida en BBC THREE que empieza dando cosica pero a la que te haces completamente adicto tras un par de capítulos.

Cuatro temporadas repartidas en un total de veinticinco episodios para ver cómo la pareja formada por BECKY y STEVE comparten sus vidas entre cuatro paredes.

En varias ocasiones nuestros protagonistas están a punto de salir de casa pero, por una razón u otra, eso nunca sucede.

Eso sí, desfilan un montón de personajes por su casa: la hermana insoportable de BECKY, el tarado del novio de la hermana, la madre de STEVE (devota de su hijo), el vecino mega-colgao y un largo ejército de peña, cada cual más raruno.

SARAH SOLEMANI, la actriz que interpreta a BECKY, también es una de las guionistas de HIM & HER.

¡Ole por ella!

Muy recomendable para ver en pareja, y si no la tienes, pues te la ves igual y recuerdas cuando la tenías.

Igual te pones nostálgico o igual celebras de la que te libraste.

 

THE MERCY BROTHERS

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Holy Ghost Power!
(Rootsy.nu, 2013)

Grabado en Lafayette, Louisiana. Nada menos que avalados por el público del Chickie Wah Wah de Nueva Orleans, ahí es nada. Góspel de tradición sureña, oscuro, gótico, aterrador, mezclado con el sonido secular del country blues. Música para levantar a los muertos. Música para caer de rodillas y elevar los brazos al cielo. La alegría de pecar y redimirse (y pecar de nuevo, ad infinitum). Música de dedo que te señala. Música de rasgarse la camisa. Música de confesar y de letanía (ora pro nobis). La misma tensión espiritual que dio lugar en su día a Jerry Lee Lewis y a Jimmy Swaggart. Música para incendiar pianos y casarte con la hija de tu primo, la de doce años. Especialmente indicada para pecadores jubilosos y arrepentidos (o no). Este es el disco que estábamos esperando. Música para sumergirse en el Jordán. «Canciones de Fe & Devoción, Amor & Desesperación. Canciones del Espíritu desde Ambos Lados». Lo mismo te invoco a Jesús que te salgo con el mismo Diablo. Predicadores afónicos desgañitándose en las ondas. Bautizos en los pantanos. Y todos a bailar. A dar saltos y gritos y a hablar en lenguas muertas. A sufrir sacudidas y convulsiones. Mucha palma, tapas de cubos de basura, Wurlitzer, Resonator, pandereta y kazoo. También banjo y trombón. Southern soul, saloon blues, rock ‘n roll… que no falte de «ná». El servicio incluye las «Llaves del Reino», «10.000 ángeles» y «el gozo de la Palabra». Música consciente de que la comida del diablo sabe a tarta. Mmmmmmm. Deliciosa. Música para apretarse el Cinturón (Bíblico). Biblias y pistolas (y moonshine). Reverendos ambulantes. Misas ruidosas en cobertizos malolientes. ¡Venid con el corazón contrito, venid al banco de las lamentaciones! ¡Venid, cojos, lisiados y ciegos! ¡Venid con el espíritu partido! ¡Venid vosotros que tenéis el alma negra de tanto pecar! ¡Venid con vuestros andrajos, vuestros pecados y vuestra suciedad! ¡Esta música os limpiará, os abrirá las puertas del Cielo! ¡Entrad y descansad! Congregaciones poseídas por sermones exaltados. Sudor y baba. Música para bailar con serpientes. ¡Aleluya!

THE GREAT TRAIN ROBBERY

 

El 8 de agosto de 1963 el tren que transportaba el "Royal Mail" inglés, entre las localidades de Glasgow y Londres, fue atacado por una banda de ladrones.

La noticia sorprendió a la opinión publica de la época y conmocionó al gobierno inglés ya que se puso en entredicho la falta de medidas de seguridad en algo tan sagrado como el servicio de correos.

50 años después, llega la miniserie de dos episodios THE GREAT TRAIN ROBBERY, en la que se recrean los hechos.

Producida por BBC ONE, THE GREAT TRAIN ROBBERY es algo así como un cruce entre MAD MEN y RESERVOIR DOGS.

Bueno, igual me he pasado un poco, pero por ahí van los tiros.

Entretenida a saco, esta miniserie tiene el aliciente de que el primer episodio está rodado desde el punto de vista de los ladrones y el segundo desde el punto de vista de la policía que investiga el caso.

Y la cosa funciona de maravilla.

Tipos duros con traje y sombrero, whisky, cigarrillos, cámaras de fotos de esas con flashes grandotes, titulares en los periódicos y diálogos eléctricos..., si todo esto no te convence, igual lo hace poder ver en acción al actor PAUL ANDERSON. ¿Que quién es PAUL ANDERSON? 

Pues el tío que en PEAKY BLINDERS interpreta al hermano cañero que no se calma si no reparte unos buenos mamporros.

Ea, ahí queda eso.

 

SAMUEL JAMES

Songs Famed For Sorrow And Joy
(Northern Blues, 2008)

«El Mesías de Portland (Maine) del Blues del Delta». Así lo llamaron en algún sitio. Y a ver cómo se guisa eso. A ver qué autopista justifica una cosa tan peregrina. Recuerdo aquel artículo de Jesse Hughey en un Dallas Observer de hace seis años, a propósito de la autenticidad. En la adaptación del glorioso cómic de Daniel Clowes, Ghost World (2001), Steve Buscemi está en uno de esos infernales sport-bars tratando de escuchar a un viejo y desconocido bluesman, Fred Chatman (J. J. «Bad Boy» Jones, en la vida real) que está desgañitándose en el escenario por encima del ruido de la barra y el estruendo de la jukebox. En un momento se le acerca a Steve una chica a la que le «encanta el blues» y Buscemi, muy pedante, le explica que lo de Chatman, más que blues, podría clasificarse de forma más ajustada como ragtime, porque el blues auténtico tiene una estructura más convencional de estrofas de doce compases. Entonces la veinteañera le dice que si le gusta el «blues auténtico», que espere a oír a los Blueshammer en cuanto acabe ese carcamal: cuatro chavales blancos guapetes (californianos) que la emprenden ruidosamente con un tema sobre lo jodido que es trabajar en los campos de algodón: la prueba viviente de que los doce compases no son prueba de autenticidad ni por asomo, como lo demuestra (y esto ya a título personal) el coñazo de Stevie Ray Vaugham y sus mil infames imitadores. La autenticidad es otra cosa. Y Samuel James la tiene. Le rebosa por los poros, aun hallándose a cientos de kilómetros del Delta, muy lejos de la autopista 61. Estilo pre-Segunda Guerra Mundial, ragtime, Delta Slide Guitar y country, mezcla de nuevo y tradicional (bisnieto de esclavos, nieto de bluesman e hijo de un pianista profesional), multi-instrumentista, ya sea a cargo de su seis cuerdas, su doce cuerdas, su resonator o su banjo (le gusta tocar solo), Samuel quedó huérfano a los doce años, una dura adolescencia de negro en casas de adopción de Portland Maine (paraíso de los blancos) antes de reunirse con su padre a los 17: eso es blues y no todas esas gilipolleces impostadas que nos venden con sello de House of the Blues (nosotros siempre hemos sido más de Fat Possum). Este Songs Famed For Sorrow And Joy fue el álbum con el que se dio a conocer. El comienzo de una gloriosa trilogía de Blues Norteño. Historias con finales a lo O’Henry. Los títulos de los temas son impagables: «The “Here” Comes Nina Country-Ragtime Surprise», «Sugar Small House And The Legend Of The Wandering Siren Cactus» o «Runnin’ From My Baby’s Gun, Whilst Previously Watchin’ Butterflies From My Porch». Sí.  «El Mesías de Portland (Maine) del Blues del Delta». Y mucho más que eso.

LOW WINTER SUN, USA

 

Por más que le doy vueltas, no puedo explicármelo. ¿Cómo es posible que una serie como LOW WINTER SUN sea cancelada después de la primera temporada? AMC STUDIOS, productores de la serie, ¿estamos locos o qué?

También os deshicisteis de THE KILLING, ¿pero habéis seguido con los peñazos de BETTER CALL SAUL y THE WALKING DEAD? La primera, un intento patético de estirar la cuerda de BREAKING BAD, y la segunda, un culebrón estilo venezolano pero con zombies.

¿Y todo por qué? ACM STUDIOS nos ha salido con lo de las audiencias, que si el primer episodio lo vieron 2.5 millones de espectadores y, al final, el último episodio solo lo vieron 600.000.

Como diría mi abuela Julia: No está hecha la miel para la boca del asno.

LOW WINTER SUN es tremenda y dura, y tiene todo lo que esperábamos de TRUE DETCTIVE II y nos quedamos sin ver.

Corrupción policial, drama existencial, personajes bien dibujados, una trama cojonuda y todo ello enmarcado en el DETROIT actual de casas abandonadas y perros hambrientos sin amo dispuestos a devorarte. 

El DETROIT post apocalíptico en el que se ha convertido la ciudad de los coches tras la quiebra de sus fábricas, pasando de ser una de las ciudades más ricas de los USA a una de las más castigadas por la crisis, un lugar del que uno quiere salir pitando si tiene dos dedos de frente.  

LOW WINTER SUN, basada en la miniserie original británica del mismo título, además de todo lo que he comentado antes, tiene a un inmenso MARK STRONG, que también protagoniza la versión inglesa, y a LENNIE JAMES, que aquí se sale sin hacer de mamarracho como en THE WALKING DEAD. 

Aún no he podido hincarle el diente a la británica, a ver si los colegas de AMAZON se dan caña, que ya la tengo comprada desde hace días y me muero de ganas de verla. 

Diez episodios de 43 minutos de duración para quedarte helado delante del televisor o el ordenata, eso es cosa tuya y de dónde te guste devorar las series.

¡Recomendable no, lo siguiente!

 

DAVID RAMÍREZ

Apologies
(Sweetworld Music, 2012)

Acaba de salir el Fables, su tercer disco, y en los tres años que han pasado desde este descarnado Apologies las cosas han cambiado. Hubo una crisis, quiso alejarse, poner tierra de por medio, sintió la presión de la industria y mandó todo a paseo. No quería meter más ruido en el mundo. Lo fácil habría sido ofrecer más de lo mismo, pero habría sonado falso porque, como digo, las cosas han cambiado. Ahora hay más gente en la ecuación (aparte, ya hay bastantes idiotas impostados, disfrazados de llaneros solitarios, inventándose dramas desde sus cómodos sofás y cantando acerca de traiciones y carreteras que jamás han padecido). La vida del trovador errante, es cierto, tiene su halo romántico. Y David Ramírez se dedicó precisamente a eso durante más de diez años: a estar solo y aislado, sin banda, sin manager y sin compañera. Ni siquiera un perro. Solo carreteras y cigarrillos (como en la canción de Son Volt; Jay Farrar, claro, he ahí uno que sabe de bandas y soledades…). En ocasiones, abrió conciertos para grupos que admiraba. Y envidiaba el sentimiento de camaradería que detectaba cuando se disponían a salir al escenario. Permanecía entre bambalinas, tras su set de seis o siete canciones, apurando su cigarrillo, solo. Más tarde, lo afirmaría: eso era lo que quería, lo que en el fondo sueña cualquier chaval que se pone a ensayar en el garaje: una banda para comerse el mundo (un bocado muy triste si no lo compartes con nadie, ni siquiera con un perro). Así que, en efecto, esa vida de trovador solitario puede tener su halo romántico, pero cuando un día el cuentakilómetros de tu Kia Rio marca 260.000 millas, la novedad y el romanticismo comienzan a perder su atractivo… En Fables hay amor y hay amigos (y puede que un perro). Por eso tardó tanto en sacarlo. Hay familia. En Apologies no. En Apologies no hay ni perro. Apologies es el disco de aquellos años de cigarrillos y carreteras. Un disco brutal. El «Chapter II» con que empieza pone el pelo de punta («enterrado bajo todas las mujeres y el alcohol / hay un hombre al que conozco que se avergüenza de lo que he elegido»); cómo entra la armónica, la pedal steel y la percusión en el minuto 02:00 (brrrrrr)… Pero es en el tercer corte, «Stick Around», donde David Ramírez nos pone al descubierto todo su anhelo y su desamparo: «Hoy voy a subirme a ese tren, / no tengo a dónde ir ni ninguna razón para quedarme. / En cuatro años he viajado ciento sesenta mil millas / y el viento sigue tirando de mí. // Puede que me vaya porque voy buscando algo, / puede que me vaya porque algo me busca, / puede que me marche porque aún no he encontrado a nadie / que me mire a la cara / y me diga: // Quédate. / Te quiero a mi lado. / Quédate. / No hay ningún motivo para irse, / el camino ha sido duro pero yo nunca te haré daño. / Quédate. // Postales y mapas de carreteras, / callejones vacíos, cigarrillos, / cinco millas hasta el próximo desvío / y luego a cantar frente a una sala llena de extraños. // Echo de menos a mi familia. / Echo de menos a mi hermano. / Me pregunto si su hijo llegará a conocerme algún día. / Me pregunto si llegaré a tener un hijo algún día. / Ojalá alguien me retuviese y me dijese: // Quédate. / Te quiero a mi lado. / Quédate. / No hay ningún motivo para irse, / el camino ha sido duro pero yo nunca te haré daño. / Quédate. // Hoy voy a subirme a ese tren, / no tengo a dónde ir ni ninguna razón para quedarme. / En cuatro años he viajado ciento sesenta mil millas. / Quizá algún día… // me quede». Fables es el disco del día que se quedó. Y es también de nivelazo, aunque duele menos que este Apologies. Me disculparán.

FRESH MEAT

 

SAM BAIN y JESSE ARMSTRONG, los creadores de FRESH MEAT, comentaron en una entrevista que se pusieron manos a la obra con el guión de FRESH MEAT después de verse la serie THE YOUNG ONES, conocida por aquí como LOS JÓVENES.

Y se nota (y que conste que lo digo en el buen sentido): FRESH MEAT te trae a la cabeza THE YOUNG ONES, sin ser una burda copia o adaptación. 

Casa compartida hecha un asco, diferentes y estrambóticas personalidades de sus ocupantes, drama, risas, drogas, desparrame.

En el caso de FRESH MEAT, la acción se sitúa en Manchester, VOD, OREGON, JOSIE, KINGSLEY, JP y HOWARD, no consiguen plaza en ninguna de las casas de las fraternidades de la universidad en la que estudian y, al final, sin conocerse de nada, acaban juntos.

Ya sabemos que el roce hace el cariño y que se harán colegas, o no.

CHANNEL 4 está detrás de la producción de tres temporadas y un acuerdo con sus creadores para terminar la serie en una peli. Algo que parece que se ha puesto de moda últimamente como opción a no seguir estirando las tramas cuando la cosa ya no da más de sí.

Muy a favor de esta solución para no comenzar a hacerle ascos a una serie que en un principio te molaba y que, al final, los guionistas no han sabido qué hacer con ella.  

Pasó, por ejemplo, con HOMELAND, que ya va por la quinta temporada y debería haber terminado en el tercer o cuarto capítulo de la segunda.

Si quieres hacer nuevos colegas sin salir de casa y sin que sea a través del Facebook u otras redes sociales, FRESH MEAT te lo pone a huevo.

Sí, vale, son colegas de ficción, ¿pero es que los de Facebook, muchas veces, no lo son también?.

 

GABRIEL SULLIVAN

By The Dirt
(Fell City Records, 2009)

Cuando, con apenas veinte años, Gabriel Sullivan surgió de la escena punk de Tucson (Arizona) con este disco, no tardó en caerle el sambenito de imitador de Tom Waits (los que afinan más se retrotraen a Howlin’ Wolf o al Captain Beefheart). No hubo un solo reseñista que no tomara su voz (¿qué demonios había estado bebiendo o fumando este chico?) como símbolo y prueba de su infamia. Bendita infamia, por otro lado. Recuerdo muy bien la imposición (porque no fue una recomendación, nunca lo fue y sigue sin serlo) de la chica de la pequeña tienda de discos de Salt Lake City (una tienda imposible, en una ciudad vacía, post-Sundance –aquí como sinónimo de post-apocalíptica–), en el invierno de 2010. La tienda estaba llena de tesoros (entre ellos el por aquel entonces descatalogadísimo Greetings From Wawa de los Old Crow Medicine Show). Yo debía ser el único cliente de ese día, de esa semana, de ese año. Lo más mainstream que quise llevarme fue el Glitter and Doom de Tom Waits (más por cariño que por devoción, la verdad). El caso es que la chica del mostrador, que estaba leyendo el Motel Life de Willy Vlautin (lo que me hizo desear preguntarle si quería casarse conmigo), me dedicó una mueca diferente por cada disco que fue marcando en la caja. Creo que al final aprobé el examen. Pero al llegar al de Tom Waits, me miró, lo apartó a un lado haciendo un chiste fácil con su apellido que aquí no repetiré, salió de detrás del mostrador, fue hasta el final de la tienda y volvió con una copia del disco que hoy reseñamos diciéndome: «Si te gusta Tom Waits, llévate mejor esto». Me fié de ella. Sigo haciéndolo («pero esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión»). El disco de Gabriel Sullivan me fascinó desde el primer momento. Entre los músicos que colaboraban estaban Nick Luca y Joey Burns, de Calexico. Y las dos versiones que se marcaba eran irreprochables: un tema del mítico Chris Gaffney (que en gloria esté) y de Rainer Ptacek, compadre de Giant Sand (también tristemente desaparecido). Puro «Desert Noir» (sea eso lo que sea, me lo acabo de inventar, pero suena exactamente a lo que tendría que sonar algo que se llamase así: hay blues, hay góspel, hay country y hay rock ‘n’ roll, pero sobre todo hay desierto, hay oscuridad, hay bourbon, hay percusiones con piezas de automóvil y hay frontera). El Glitter and Doom de Tom Waits me lo compraría luego, de vuelta a España, en la sección de discos de unos grandes almacenes. Lo oí el día que lo compré y no he vuelto a escucharlo. Sin embargo, este By the Dirt no dejo de oírlo. A modo de apéndice solo añadiré que, de vez cuando, aún me sigo encontrando en el buzón un paquete con sello de Salt Lake City, Utah, USA.

FARGO

 

Como ocurría antaño con las entregas por fascículos, las cadenas de televisión lanzan sus novedades cada otoño con la idea de que manta, sofá, algo caliente para beber y televisión, es una combinación que no falla.

Ya nos están llegando los primeros capítulos de las nuevas temporada de "The Knick", "Peaky Blinders" y de la serie que nos ocupa: FARGO.

Cuando el año pasado me enteré de que se iba a hacer una serie basada en la peli del mismo nombre realizada por los HERMANOS COEN, pensé: "¡Serán mamarrachos!".

Pero me equivoqué, la peli es de nivelazo y la serie también.

Avalado por la cadena FX, NOAH HAWLEY, el escritor y creador de FARGO la serie, se lo ha currado la mar de bien.

Mismo tipo de humor negro, desarrollando las tramas que ya vimos en la peli durante los 10 capítulos que tiene la primera temporada sin perder  comba con la historia... Bien por el amigo NOAH.

En la primera temporada no estaban FRANCES McDORMAND ni STEVE BUSCHEMI, pero estaba el amigo BOB THORNTON, que se salió en el papel de asesino.

El otro día vi el primer capítulo de la segunda y parece que pinta bien. Pero con lo que ha pasado con "True Detective", no me atrevo a lanzar las campanas al vuelo, vamos a seguir viendo a ver que pasa.

Pues eso amigos el OKTOBERFEST ya ha empezado.

¡Cerveza y series, y que sea lo que Dios quiera!

 

PARKER MILLSAP

Parker Millsap
(Oklahoma Records, 2014)

Trato de encontrar una explicación racional. Me digo: Oklahoma. Claro. (Labor Omnia Vincit, según reza el lema del estado, música de currantes en paisajes desolados…). Y no solo Oklahoma, sino la pequeña localidad de Purcell (okies, Dust Bowl y el bueno de Woody, por supuesto). Añádasele los coros de una iglesia Pentecostal (himnos en el templo y Taj Mahal y Clarence Gatemuth Brown en casa). Una guitarra regalada a los ocho o nueve años, el aburrimiento, horas muertas sin nada que hacer y un cierto espíritu pionero hasta en el modo en que te lavas los dientes por la mañana. En una entrevista le preguntan por sus influencias y cita a John Steinbeck y a Kurt Vonnegut. Dice que en su lápida pondrá: «Fue culpa de ellos». Y la cosa empieza a cobrar cierto sentido (aunque tampoco tanto, porque yo también tuve una guitarra a los ocho años y leí a esos mismos autores con fruición, y sigo sin ser nominado al premio al Artista Emergente del Año que da la Americana Music Association). Como tantos otros, crea una banda de versiones en el instituto, Fever in Blue (con un colega con el que sigue tocando hoy), para ligar y soñar con no ser un «Okie de Muskogee». Al graduarse emprende un viaje iniciático al norte de California para visitar el Prairie Sun Recording, el estudio donde Tom Waits grabó el Bone Machine y el Mule Variations. Luego vuelve a Oklahoma, se pone a escribir y graba con su colega del insti un disco acústico (Palisade) que se dedica a vender desde la parte posterior de su camioneta. Poco después hay un viaje a Nashville para tocar en el Tin Pan South, el prestigioso festival de songwriters, donde deja patidifuso al manager de los Old Crow Medicine Show, que no duda ni un segundo en contratarlo para abrir los próximos conciertos de la banda. El resto de la historia va muy rápido: Parker Millsap graba este disco que lleva su nombre y al poco tiempo de salir, al otro lado del océano, muy lejos de Oklahoma, voy yo y lo compro porque me lo recomienda mi amigo el entendido en su pequeña tienda de discos (detrás de Callao, en la calle de las Conchas, para más señas), llego a casa y lo pongo sin mucha fe en el reproductor mientras me quito las botas, escucho los dos primeros temas (atención al «Truck Stop Gospel»), me vuelvo muy loco, indago un poco por internet y, sin poder dar crédito a lo que estoy escuchando, trato de encontrar una explicación racional. ¡¡¡El tipo tiene solo veintidós años!!! Joder. Si me pongo a pensar en lo que estaba haciendo yo a esa edad se me cae el alma a los pies. Y es en ese momento cuando, para no cometer un homicidio y aliviar mi sufrimiento moral, me digo: «Oklahoma. Claro. (Labor Omnia Vincit, según reza el lema del estado, música de currantes en paisajes desolados…). Y no solo Oklahoma, sino la pequeña localidad de Purcell (okies, Dust Bowl y el bueno de Woody, por supuesto), etc…».

GAVIN & STACEY

 

GAVIN & STACEY es una serie de las que se etiquetan como comedia de situación romántica.Y qué coño, lo es. 

No es oscura, ni dramática, ni filosófica, ni su humor es tan ácido como para hacer que te lleves las manos a la cabeza con algunos de sus chistes. ¡Pero me he echado unas risas de puta madre viéndola!

Un poco de buen rollo del fresquito de vez en cuando a todos nos apetece, ¿que no?

GAVIN vive con sus padres en Billericay, que es un barrio de la localidad de Essex. Essex es famoso en Inglaterra porque es donde residen las chonis venidas a más. Las que se tiñen de rubio y se operan las tetas. Y para las que triunfar en la vida consiste en pillar a algún futbolista famoso, casarse con él y luego pasarse el día haciendo fitness y por las noches asistir a fiestas para codearse con los famosillos de turno.

STACEY es de Barry, en Vale of Glamorgan, Gales. También vive en casa de sus padres, con su madre, porque su padre murió hace unos años. Para un inglés ser de Barry es ser un paleto que vive poco menos que con un rebaño de ovejas dentro de casa.

GAVIN y STACEY inician una relación a distancia, no a través de TINDER, sino porque por sus curros tienen que estar todo el día hablando por teléfono. La empresa para la que trabaja STACEY es la que suministra material informático a la empresa para la que trabaja GAVIN.

Un día deciden conocerse en persona, quedan en Londres y a partir de ahí se lía la cosa.

Producida por BABY COW PRODUCTIONS y emitida primero por BBC THREE y luego por BBC ONE, lo petó en Inglaterra aunque por aquí no nos hayamos enterado de su existencia.

Sus creadores, JAMES CORDEN y RUTH JONES, también participan en la serie como actores, en los roles de los mejores amigos de los protas.

Los dos son de traca, sobre todo el personaje de RUTH JONES, NESSA.

Si te apetece pasar un buen rato al final del día después de volver del curro o de lo que sea que hagas en la vida, GAVIN & STACEY seguro que hace que te metas en la cama con una sonrisa.

 

LANCE CANALES

The Blessing And The Curse
(Music Road Records, 2015)

Lo fácil es recurrir a Tom Waits, por lo de la voz aguardentosa y el origen californiano. A mí me suena más a un Mark Lanegan sin edulcorar aún por el pop y el calificativo de bestia de no sé qué bella (lejos quedan los Screaming Trees, cuando, en efecto, Lanegan era más bestia que bella). Un sonido áspero y brutal. Lo llaman Native Americana (e incluso Latin Rebel: gilipolleces de hoja promocional), por lo de su origen latino, supongo, por lo de los espaldas mojadas, por lo de los cadáveres ahogados a orillas del Río Grande, por lo de la patrulla fronteriza, por lo de las declaraciones del imbécil de Donald Trump, por lo de los coyotes royendo huesos humanos… Tamales sangrientos. Aunque una cosa es segura: Lance Canales ha estado allí, lo ha vivido, ha nacido y se ha criado en los graneros de las colinas de Central Valley, California. Trabajo duro, chamizos, braceros, César Chávez, el Pueblo Cucaracha, Woody Guthrie, Tom Joad, alcohol de contrabando y carreteras… Crecer enfurecido escuchando heavy metal en un granero, entre bostas de caballo y una madre Holly Roller que te arrastra todos los días a la iglesia pentecostal. Confiscarle la guitarra a tu hermana y planear la huida con mucho góspel para, un buen día, pasar del hardcore al blues, porque no hay nada más hardcore que el blues, nada más hardcore que una cigar-box guitar y el fingerpicking del reverendo Gary Davis (¡Amén!). Años de tocar solo y dando tumbos por el basural norteamericano. Un disco en solitario, These Hands (2008), y otro con cómplices, los contundentes Flood, Exit (2012), hasta llegar a este brutal The Blessing And The Curse, de nuevo sin los Flood, pero en compañía de otra gente que tampoco está mal para atracar un banco. Produce Jimmy LaFave con mucha más suciedad que en sus propios discos (¡bien!) y colaboran el grandísimo Ray Bonneville, Eliza Gilkynson y Joel Rafael (de quienes ya daremos buena cuenta en este blog, porque son muy de los nuestros). Tremendo como abre y cierra el disco. Tremendo el Weary Feet Blues con esa percusión de pasos fatigados bajo el sol, tremenda la versión del Death Got No Mercy del reverendo Gary Davis y tremenda (insuperable) la versión del Deportee de Woody Guthrie. Música que no toma prisioneros.

THE LONG FIRM

 

Clase, estilo, elegancia y nivel, mucho nivel, sobre todo en el tercer episodio de THE LONG FIRM, la miniserie de cuatro episodios producida por BBC que descubrí el otro día de puta casualidad, algo de lo que estoy más que contento.

HARRY STARKS, interpretado por MARK STRONG, es un respetado gángster, dueño de un garito en el Soho Londinense del que iremos viendo su auge y decadencia a lo largo del transcurso de la serie que abarca desde los inicios de los 60 a finales de los 70.

Pero HARRY no es solo eso, es un tipo complicado, carismático, cruel, compasivo, despiadado, un tío al que los trajes y abrigos de corte inglés (que no del Corte Inglés) le quedan de lujo y, si no recuerdo mal, solo en un plano en toda la serie su pelo no está perfectamente engominado.

THE LONG FIRM está basada en la novela del escritor JAKE AMOTT que se ha traducido al castellano como DELITOS A LARGO PLAZO y que no voy a dudar en pillármela en cuanto pueda (que seguramente será mañana, si no tengo mucha resaca después del concierto de Ryan Bingham al que me voy esta noche de cabeza).

Otro de los alicientes de THE LONG FIRM es que cada episodio está narrado desde el punto de vista del desdichado que tiene por suerte o por desgracia cruzarse con HARRY, y la cosa funciona. Como curiosidad, en uno de los episodios la colega de aventuras de HARRY no es otra que la actriz LENA HEADEY.

Lo dejó ahí para los fans de JUEGO DE TRONOS.

 

ZOE MUTH

World of Strangers
(Signature Sounds, 2014)

Otra vez diana. Y van tres de tres. Se confirma. Es oficial. La amo. Pienso en mis musas del pasado. Todas han acabado siendo, en mayor o menor medida, decepcionantes (bueno, no todas, Nancy Griffith sigue siendo irreprochable, sigue poniéndome los pelos de punta): a Emmylou ya no hay quien la aguante (esos tecladitos, esos discos sin alma en compañía de Rodney Crowell…); Patty Griffin que, desde que se unió al pesado de Robert Plant, anda haciéndose unas sesiones de fotos muy raras, y aunque me duela confesarlo (aún no he escuchado el último –me da miedo, ya os contaré, aunque creo que puede haber esperanza porque el 23 de agosto de 2014 The Independent dio la noticia de su ruptura con Plant–) sus discos han perdido fuelle, (mi Patty, con lo que yo te he querido, hubo un tiempo en que hasta quise dejarlo todo y casarme contigo, pero claro, yo no era el vocalista de Led Zeppelin…); Lucinda Williams (o el aburrimiento –aunque en vivo, lo contrario de en muerto, sigue siendo tremenda–), y mejor no me pongo a hablar de la sección geriátrica animada en plan crucero Cocoon por ese Jack White tan denodada e inútilmente optimista… Por eso, la aparición de Zoe Muth (como también en su momento la de la deslumbrante Eilen Jewell, que sigue sin bajar el pistón, ¡Aleluya!), la chica del noroeste, la chica del estado de Washington, bautizada en sus inicios como la «Emmylou de Seattle», resulta tan emocionante. Zoe comenzó tocando en bares por la propina, y con eso y su escaso sueldo de maestra de preescolar se produjo su primer disco, el maravilloso Zoe Muth and The Lost High Rollers (nombre sacado del tema de Townes Van Zandt No Lonesone Tune: «You’re the sweetest thing I’ve found / All your lost high roller’s rollin’ home today»). Para su segundo disco, se instaló con los High Rollers en el Starlight Hotel («cuando me dijiste que nunca habías escuchado a John Prine / enseguida supe que no merecía la pena perder el tiempo contigo»: ¡Amén!) y, después de grabar un EP en 2012 (Old Gold) y afincarse definitivamente en Austin (Texas) en 2013, ha logrado superar con creces la difícil prueba del tercero con este portentoso World of Strangers (en el que encuentro, para mi gran sorpresa, al gran Eric Hisaw a la guitarra en el Waltz of the Wayward Wind). Suele decirse que hay que esperar al tercero. Tras un comienzo deslumbrante, suele tolerarse un segundo trabajo más o menos igual, puede que un pelín más deslucido, resacoso, como de ideas descartadas del trabajo anterior, o incluso completamente distinto, hasta se le concede benévolamente cierto pábulo a la experimentación, por ridícula o extraña que sea, siempre se da un voto de confianza cuando ha habido un despegue tan fulgurante, pero es con el tercero donde uno/a se la juega todo a una carta y, ya digo, en el caso de Zoe: otra vez diana. Solo añadir que en el tema que cierra el disco, What Did You Come Back Here For? he creído identificar la sombra gratificante de Nancy Griffith, y no se me ocurre que pueda existir una sombra mejor en el mundo. Los pelos como escarpias. La amo (¿ya lo dije?).

LOS SOPRANO

 

Si la vida no fuera tan perra, hace unos días, el 18 de septiembre de este año, el colega TONI SOPRANO, JAMES GANDOLFINI, habría cumplido los 54.

No ha podido ser, el 19 de junio del 2013 la palmó en Italia y nos dejó a todos los que seguimos LOS SOPRANO durante las seis temporadas que duró la serie con cara de culo y una gran pena en el corazón.

LOS SOPRANO producida por HBO, CHASE FILMS y BRAD GREY TELEVISION, fue creada por DAVID CHASE, creador también de la mítica DOCTOR EN ALASKA.

Una pena, ninguna posibilidad de llevar LOS SOPRANO a la gran pantalla, como se ha hecho con otras series, y haber disfrutado un poquito más de nuestra familia de mafiosos favorita. Sin TONI SOPRANO de por medio, lo de la peli no tenía ningún sentido.

Yo recuerdo cuando hace unos años me pasé una temporadita en NY y al ir a dar una vuelta por "Littlle Italy Bronx" (no confundir con "Littlle Italy Manhatan", que está petada de turistas), me topé con la tienda de "Cigars" en donde JAMES solía ir a comprarse sus puros. Había en el escaparate una foto del dueño con JAMES y, joder, por unos momentos me sentí como si estuviera dentro de la serie.

Flipada personal, lo reconozco.

En fin, si existe algún colgao que aún no ha visto la serie ya debería estar poniéndose la pila. THE SOPRANOS es, sin duda, uno de los grandes clásicos de la televisión.

 

CHRIS KNIGHT

The Trailer Tapes
(Drifter’s Church, 2007)

Este inspector de minas de Kentucky decidió ponerse a componer después de escuchar el Guitar Town de Steve Earle por la radio (hablando de Steve, años más tarde me encantaría encontrarme con aquella crítica que compararía la fuerza y la furia de Chris Knight con las de un Cormac McCarthy de paso por Copperhead Road). Llevaba ya desde los quince aprendiéndose las canciones de John Prine a la guitarra. Comenzó a viajar a Nashville y a frecuentar las noches de micrófono abierto del Bluebird Café (aunque no pegase ni con cola con los Garth Brooks de turno que pululaban por allí a ver si les sonaba la flauta, incluyendo al propio Garth Brooks de turno al que le sonó la flauta y brrrrrrrrr –escalofrío del reseñista, seguido de arcada–) hasta que un buen día llamó la atención del productor Frank Liddell y ¡bendito sea! (como suele decir mi amigo Rafi cuando algo le emociona: «A ese tío le debo dinero»). Pues bien, el caso es que cuando en 1998 editó su primer álbum en Decca (Chris Knight, ¿para qué vamos a complicarnos?) el bueno de Chris seguía viviendo en su terrenito de 90 acres, con su perro, en un tráiler de 10’x15’ a las afueras de Slaughters, Kentucky (población: 238 habitantes, entre los que cabría destacar a Miss Kentucky USA 2005, o ni siquiera). Pero ya para entonces llevaba tiempo escribiendo y grabando canciones, a lo Alan Lomax, en su tráiler, con su perro y su guitarra, historias del sur profundo, ásperas y crudas, en cintas ADAT (maravillosa House and 90 Acres). Él pensó que aquellas grabaciones jamás verían la luz, pero con el tiempo la gente empezó a hablar de ellas. Habían circulado en bootlegs y se habían vuelto secretamente legendarias. Recuerdo haber preguntado por ellas en la tienda de Ernest Tubb cuando estuve en Nashville (furtivamente, como quien pregunta por literatura licenciosa). Había un tipo que conocía a un tipo que tenía una copia en cassette y que lo mismo si me pasaba por el Tootsies Orchid Lunge esa tarde podría pedirle que me la grabase, porque solía dejarse caer por allí. Crucé la calle y estuve hasta las tantas emborrachándome en la barra del Tootsies esperando a aquel capullo(para fastidio de mi consorte, que había oído lo de que quien entraba emparejado en el Tootsies salía indefectiblemente soltero*) y me reafirmo en lo de capullo porque, por supuesto, aquel capullo no dio señales de vida. Mi gozo en un pozo. Por mí me hubiese quedado en aquella barra, bebiendo cerveza, hecho un Barfly en toda regla, hasta que por fin apareciese aquel capullo, pero no viajaba solo, maldita sea, y al día siguiente salía nuestro vuelo a Madrid desde Chicago. No me cuesta mucho imaginarme allí sentado (ya soltero), durante varios años, con aquel capullo sin dignarse a aparecer, por supuesto, hasta el día en que finalmente aquellas grabaciones vieron la luz tras ser mezcladas y remasterizadas por Ray Kennedy en 2007 (otro grande al que le debo dinero). Entonces cruzaría la calle, volvería a entrar en la tienda de Ernest Tubb y compraría el disco oficial. Ya no trabajaría allí el tipo que conocía al capullo que tenía el dichoso bootleg. Pero al llegar a casa oiría el disco y desde el primer acorde de la primera canción (Backwater Blues) tendría clarísimo que la espera había merecido la pena.

En 2009 saldría su secuela, el Trailer II. Otra puta obra maestra (más dinero a deber).

*Decir que no salí del Tootsies soltero, pero casi. Mi consorte y yo aún tardaríamos un par de meses en demolernos.

SOUTHCLIFFE

 

Una buena mañana, el colega STEPHEN MORTON, interpretado por SEAN HARRIS, se levanta, desayuna, se pone su traje de camuflaje, pilla su fusco, un montón de munición y mientras se da un paseo por su pueblo "North Kent Marshes" se dedica a liarse a tiros con toda la peña que se le cruza.

Ancianos, niños, señoras que se dirigen a la tienda a hacer la compra, colegas del pub... todos reciben su ración de plomo.

Con una narración no lineal, el primer episodio está narrado desde el punto de vista de STEPHEN, el segundo desde el punto de vista de las víctimas y hay que esperar al tercero y al cuarto para comprender el por qué de los hechos. TONY GRISONI, el creador de la miniserie SOUTHCLIFFE, producida por WARP FLIM para CHANNEL 4, nos sumerge en un mundo de tragedia, dolor, fango y cruda realidad que llega a alcanzar el nivelazo de la peli A LA CAZA de WILLIAM FRIEDKIN.

No en vano, TONY ha colaborado en el guión de la peli  "Miedo y asco en las Vegas", de TERRY GILLIAM, y ha adaptado la novela "Red Riding" de DAVID PEACE para la serie del mismo nombre que ya recomende en este Dirty blog.

Si te apetece un rollo duro de calidad con un toque setentero, ni lo dudes: SOUTHCLIFFE es tu cosa.

Recomiendo ver la serie con un chubasquero puesto y botas katiuskas, porque en la serie llueve, no, lo siguiente, y puede que salpique a través de la pantalla.

 

JAVI GARCÍA

A Southern Horror
(Izzy Is Dead Music, 2010)


Supongo que ocurrieron otras cosas y que habrá quien recuerde el año 2010 por sucesos de mayor enjundia, como lo del Mundial de Sudáfrica y el portero que besó a la reportera, lo de Zapatero al poder, la muerte de Antonio Ozores o las filtraciones de WikiLeaks. Pero he de confesar que en la culata de mi rifle solo hay una muesca memorable: 2010, el año del Tigre, Centenario de la Revolución Mexicana y Bicentenario de la Independencia de México (¡cabrones!), es el año en que el texano Javi García junta a los Cold Cold Ground en San Marcos, Texas, y con la complicidad de Mike McClure (de quien ya hablaremos en una próxima reseña), se autoproduce («con afecto») y graba (en apenas cinco días y solo con amplis de válvulas Fender vintage de los sesenta) el contundente A Southern Horror, un álbum doble que contiene el susodicho LP y el EP Madly in Anger. El temazo Lose Control dejaba a Ryan Bingham (el primero, el de Mescalito, palabras mayores) a la altura del betún y el As Wicked As You, en compañía de una efímera Southern Horror Bluegrass Band, sugería a Steve Earle que bien podía quedarse a vivir, si tanto le enrollaba, con los hipsters de Nueva York y de la HBO, que ya estaba él para ponerle remedio. Pero sería la contundencia de temas como el Voodoo Queen o el Flood (algo parecido a como sonaría el maestro Ray Wylie Hubbard con muchos más decibelios, más sangre en la voz y un punto de lo más garagero) lo que me volvería loquísimo (baladas criminales que hacían parecer a Nick Cave un autor de Disney). Tremendo bofetón en todo el careto. Puro y simple. 2010 fue esto.

THE KILLING, USA

 
 

"Solo los fuertes sobreviven", sugerente frase, pero en mi opinión los que sobreviven son los cabezotas.

Y eso parece haber pasado con THE KILLING. Una primera cancelación tras la segunda temporada y, después de negociaciones entre ACM y FOX TELEVISON STUDIOS, se consigue tirar para adelante una tercera. Nueva cancelación tras la tercera, y esta vez serán nuestros amigos de NETFLIX quienes se metan de por medio para cerrar THE KILLING con una cuarta temporada de 6 episodios a diferencia de los 12 que duraron las anteriores.

Bien para mí, pues siempre me ha encantado ver cómo se las apañan en la fría y húmeda ciudad de Seattle los detectives de homicidios SARAH LINDEN y STEPHEN HOLDER.

Oscura, trágica, dura y nostálgica, como la ha definido su creadora VEENA SUD, THE KILLING, basada en la serie Danesa FORBRYDELSEN, es eso y más.

Es una serie policíaca en la que los protas no van de guays, en la que las cosas no son blancas y negras como en muchas series de polis que nos llegan de los USA. Las cosas son grises y por culpa de la lluvia que no para de caer durante todos los capítulos, gris manchado de barro. 

Los puristas dirán que la buena es la Danesa y tienen todo el derecho del mundo.

Pero a mí me molan las dos.

¿Por qué coño hay que elegir entre tetas y culo si se puede disfrutar de las dos cosas?

 

JASON ISBELL

Something More Than Free
(Southeastern Records, 2015)


Estoy escuchando por enésima vez All Your Favorite Bands, el temazo que da título al último disco de los Dawes. Taylor Goldsmith canta: «Espero que la vida sin acompañante sea lo que pensaste que sería / espero que el El Camino de tu hermano nunca deje de funcionar / espero que el mundo vea a la misma persona que fuiste siempre para mí / y que ninguna de tus bandas favoritas se separe nunca». Y me he puesto a pensar en bandas. En bandas favoritas que se deshicieron (sin ir más lejos The Band). En muertes y deserciones. Y creo que es muy bonito eso que le desea Taylor Goldsmith a esa chica en el estribillo. Hay algo de juventud perdida y deLast Picture Show (como si todo ese asunto de las bandas perteneciese siempre a un remoto pasado y el presente fuese ya cosa de solistas, de trovadores solitarios). Claro que a veces es bueno que la cosa estalle y se disgregue (para no asistir a esa cosa tan geriátrica de los Rolling, por citar solo un horror…). Pienso ahora en los Drive-By Truckers. Para mí su época gloriosa comenzó con la incorporación de Jason Isbell durante la gira del álbum Southern Rock Opera, un álbum conceptual que, precisamente, narraba la historia de una banda ficticia llamada «Betamax Guillotine» que en realidad eran los Lynyrd Skynyrd camuflados (quienes, por cierto, siguen activos, y dan cosilla). La cosa va de bandas. Le seguiría el Decoration Day, el Dirty South (gloria bendita) y el Blessing and a Curse. Entonces fue cuando la banda sufrió una crisis porque Jason Isbell se fue de un modo «amistoso». FALSO: Patterson Hood (a la guitarra, la voz, el bajo, el banjo, la mandolina y el ego como un camión) le invitó a largarse. Y en realidad es lo mejor que le pudo haber pasado a Isbell. Porque gracias a esa ruptura comenzó su impresionante carrera en solitario (mientras los Drive-By Truckers se fueron volviendo cada vez más tediosos, más producimos y acompañamos a otros y más discos de B-Sides y rarezas porque ya no sonamos ni de lejos como sonábamos). Hay que decir que dos de los cinco discos que ha sacado Isbell en solitario son en compañía de los 400 Unit (banda formada con retazos de otras bandas como Sadler Vaden, de los Drivin’ N Crying, y Derry DeBorja, que militó en Son Volt, tremenda banda que surgió a su vez de la disolución de los Uncle Tupelo, de la que también surgiría Wilco). Something More Than Free, aunque no tan deslumbrante como el anterior (Southeastern), es una auténtica maravilla. Incluye una canción final que enlaza bastante con la canción de los Dawes con que iniciábamos esta reseña: To A Band That I Love, dedicada no a los Drive-By Truckers (que les den) sino a Centro-Matic, la banda tejana de Will Johnson que se disolvió el año pasado. El caso es que todo se rompe y a veces es bueno que así sea. Y para concluir pienso que quizá el estribillo de los Dawes podría leerse en clave cabrona, en clave resquemor, en clave «Espero que estés sola / espero que la mierda de coche que tenía tu hermano siga sacudiéndote los huesos en cada bache / espero que todo el mundo vea lo zorra que eres / y que ninguna de tus bandas favoritas se separe para, con un poco de suerte, poder ver un día cómo les revienta el corazón sobre el escenario».