NARCOS

 

NETFLIX es una peña que de verdad nos entiende a los pillados de las series. Como ya hicieran con HOUSE OF CARDS, con NARCOS han vuelto a tirar la casa por la ventana y han estrenado la serie de dos tacadas.

Cinco capítulos un día y al siguiente los otros cinco. ¡Bien por ellos!

Si digo la verdad, y no sé por qué no voy a hacerlo, me puse a ver el primer episodio de NARCOS con muchas ganas, y lo cierto es que me dejó un poco frío.

Mucha voz en off, poca empatía con los personajes...

Pero me dije: venga, dale una oportunidad y sigue con NARCOS, que también tiene algo.

En el cuarto capítulo ya estaba enganchado hasta las trancas.

La manera en que el director de la serie, JOSE PADILHA, ha filmado la historia de PABLO ESCOBAR y sus colegas, con los que formó EL CARTEL DE MEDELLÍN, se parece más a un documental ficcionado que a una serie propiamente dicha, y de ahí que al principio entre un poco dura.

Pero luego la cosa va.

Nada de que en Colombia la gente hable en inglés para satisfacer a la audiencia gringa, en cada país su idioma.

Los gringos con su inglés y los colombianos con su español, como tiene que ser.

NARCOS no nos va a descubrir nada nuevo a los que ya conocíamos la historia, ni nos va a sorprender o cautivar por la profundidad de los personajes, pero mola y está guay para pasar un buen rato y aceptar que las vacatas ya han terminado y hay que volver al curro.

Por eso la recomiendo.

 

STURGILL SIMPSON

Metamodern Sounds in Country Music
(High Top Mountain, 2014)


Se confirma. Estamos de enhorabuena. Waylon Jennings no ha muerto, tiene un dignísimo heredero (y no es su hijo Shooter, que anda más perdido que Harry Dean Staton al principio de París, Texas). Con su segundo álbum, en el que suma a la mezcla un poquito de Bakersfield, Sturgill Simpson no deja lugar a dudas. Majestuosa lección sobre cómo casar el tradicionalismo outlaw de los setenta con un sonido fresco y moderno, haciendo además gala de una mentalidad abierta (basta con escuchar lo que dice, entre otros, ha leído a Emerson, bueno, dejémoslo en que ha leído –o, mejor, en que sabe leer–, que a juzgar por lo que anda sonando por ahí fuera, ya es mucho decir…) y una autenticidad que queda, por fortuna, muy lejos de las fantochadas y el postureo del Nashville más casposo y hortera (en Just Let Go, Sturgill canta «Hoy me levanté y decidí matar a mi ego», algo que deberían aplicarse muchos de esos cantamañanas de camisa arremangada y pantalón prieto que se dedican a airear sus excrementos por el Country Music Channel, lo más parecido que yo conozco al puto Octavo Círculo del Infierno: hay una vieja broma que dice que si escuchas al revés esa bazofia country tu perro vuelve a casa, la mujer que te dio boleto regresa al hogar y tu camioneta vuelve a funcionar…, pero la verdad es que ni eso…). Podría pasarme horas oyendo en bucle Life of Sin(«puede que algunos encuentren intimidante el nivel de mi medicación»), el segundo corte de esta magna obra que es una de las mejores cosas que le han pasado al country en muuuuuuucho tiempo. El título es un homenaje a aquel fundamental disco de Ray Charles, Modern Sounds in Country and Western Music. El tipo viene de Jackson, Kentucky. Ahora vive en Nashville con su mujer, su perro y su hijo. Y dice que lleva sobrio desde los 28. El disco está dedicado a Francis Crick, Terence McKenna, Aldous Huxley, Carl Sagan, Stephen Hawking, Rick Strassman y Andrew Stone. Poca broma.

¿QUÉ FUE DE JORGE SANZ?

 
 

No suelo ver series españolas, entre otras cosas porque no soporto a los actores gritando, los malos guiones y los decorados con muebles de Ikea, que en España te los meten aunque la serie sea de época.

¿QUÉ FUE DE JORGE SANZ? es la oveja negra de las series de por aquí, y a los Dirty el negro nos mola.

La culpa de que le echara un vistazo fue de mi socio Lucini y aunque me sorprendió su recomendación me puse a ello.

El colega la clavó.

El dúo JORGE SANZ y DAVID TRUEBA se sale, secundados por el fiel escudero y representante de Jorge en la serie, EDUARDO ANTUÑA.

Producida por CANAL PLUS, seis capíulos de media hora de duración para ver las desventuras de un JORGE SANZ en horas bajas que se parodia a sí mismo con un par de huevos.

Humor ácido que nada tiene que envidiar a la serie gringa de LOUIE.

Lástima que se quedara en una sola temporada.

Es el único "pero" que le pongo a la serie: nos dejaron con ganas de más, de mucho más.

El otro día leí por ahí que se acaba de rodar un nuevo episodio, un especial de esos.

Todavía no le he hincado el diente pero ganas tengo de hacerlo.

Recomiendo quitarse los prejuicios, más que justificados, con el mundo de las series de por aquí y darle caña a ¿QUÉ FUE DE JORGE SANZ?

Los extras, además, no tienen desperdicio, los tres malhechores comentando la jugada de cómo fue el rodaje, viendo la serie desde el sofá de casa de uno de ellos, es cosa buena.

 

DYLAN STEWART

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Pay the Fiddler
(2012)


John Ringling, allá por 1913, decidió financiar la construcción de la Oklahoma, New Mexico & Pacific Railway, destinada a facilitar el transporte de los granjeros y los rancheros entre Ardmore y Lawton. A la ciudad que nació de aquella empresa, en el condado de Jefferson, le pusieron su nombre, Ringling, también ilustre fundador del famosísimo Circo de los Ringling Brothers (que luego se fusionaría con Barnum & Bailey, para formar lo que se llegaría a conocer como «el Mayor Espectáculo del Mundo»). Descubrieron petróleo en las cercanías y la ciudad vivió una época de gloria, pero los pozos no tardaron en secarse y enseguida resultó evidente que hacía demasiado frío para las bestias del circo. En la actualidad la ciudad apenas supera los mil habitantes. Hay seis iglesias metodistas. Y allí nació Dylan Stewart, hijo de un carpintero. 

Una vez dicho esto, permítanme invitarles a introducir «Ringling Oklahoma» en el buscador de imágenes de Google para que se hagan una idea de a qué suena todo esto. En efecto. Suena a circo que se ha ido. A solar vacío y a pueblo desolado. A amor, a pérdida, a muerte, a desesperación. Suena a música de gente que hace música en un lugar en que la gente suele acabar yéndose con la música a otra parte. Voz arenosa empapada en whisky. Este fue su primer álbum. Brutal. Digamos que acaba de marcharse el circo y son muy pocas las opciones que quedan para merodear con tu chica: el desguace, el basurero, el bar, el bosque, el cementerio. «[…] Y aquí estoy con Loretta, / es dos veces más rápida que yo, / nos perdemos en el bosque, / a darle al moonshine y a las anfetaminas […]».

Al año siguiente, Mike McClure, de los gloriosos Great Divide, le produciría su siguiente disco al frente de los Johnny Strangers. Ahora dicen que ha incorporado un toque gótico sureño en su tercer álbum con su nueva banda, los Eulogists. Está a punto de salir. Lo quiero y lo quiero ya. No puedo esperar.

ROMA

 

Entre la bacanal de familia, comida y bebida que suponen las Navidades, está también la orgía de regalos. 

Y fue este úlitmo apartado, el de los regalos, gracias al cual descubrí la serie de ROMA. 

Comerse la cabeza para agasajar a tu progenitor, al que llevas obsequiando con presentes navideños desde que tienes uso de razón, es tarea dura.

Mi padre es un pillado de la historia, sabe tal cantidad de nombres, datos y fechas que podría llenar con sus conocimientos más de un disco duro de dos terabytes.

Pipeando por ahí a ver si daba con algo, vi el Box-set de la serie de ROMA y no me lo pensé dos veces.

Dos temporadas, 22 episodios, producida por HBO y BBC TWO, los decorados construidos a tamaño natural en los Estudios CINECITTÁ, un rodaje de exteriores en más de 50 localizaciones en Italia, una de las producciones más caras de la televisión, no podía fallar.

Me puse mi Box-set bajo el brazo y pillé un tren de Barcelona a Toledo a pasar esas fechas tan señaladas con mi padre.

Tras la cena navideña y sin nada mejor que hacer que acoplarnos en el sillón, abrimos los regalos y decidimos ver el primer dvd de la serie.

A mi padre le encantó, pero el que realmente flipó fui yo.

La acción se desarrolla en la época en que Roma está haciendo la transición de República a Imperio.

Sexo, violencia, un montón de personajes cañeros, un montón de buenas historias, la peli de GLADIATOR es un cuento de moñas comparado con ROMA.

JOHN MILIUS, el guionista de APOCALYPSE NOW, está metido en el ajo y eso se nota, vaya que si se nota.

Quitaros los prejuicios históricos y lanzaros de cabeza a ROMA. 

Si me hacéis caso seguro que nunca olvidaréis los nombres de los soldados romanos que se parten el pecho en la guerra y en sus vidas personales a lo largo de la serie:

 LUCIUS VORENUS y TITUS PULLO

Buena gente.

 

Gill Landry

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The Ballad of Lawless Soirez
(Nettwerk, 2007) 

Antes de los Old Crow Medicine Show subsistieron los Kitchen Syncopators, excrecencia de lo que en su día fue un show de vaudeville llamado The Songsters con el que Gill Landry estuvo muriéndose de hambre por las ferias de Oregon hasta desarticularse y reinventarse en las calles de Nueva Orleáns. Mucho después le preguntarían si volvería a editar los discos que grabó al frente de los Syncopators (seis años de bourbon, «resonator», sierra y tabla de planchar). Dijo que no. Los Syncopators existieron en un tiempo en que las cosas podían morir. Y así las cosas eran mejores. Entonces llegamos al Mardi Gras del año 2000. Las dos bandas se encuentran en Treme. Crows y Syncopators. Como los Wanderers vs. los Ducky Boys. Las mismas canciones. Los mismos estilos. El mismo territorio. New Orleans country blues y ragtime vibe. Luego resulta que Critter, cofundador de los Crow, va a dejar temporalmente el Show de la Medicina del Viejo Cuervo para desinfectarse del «Cocaine Blues», por lo que la banda necesita a alguien que le reemplace. Le preguntan a Gill si sabe tocar el banjo. Gill dice que sí. Pero no. Así que, Corte a: Interior, Folkstore de Seattle, día. Gill Landry entra en la tienda, se compra un banjo y le pide al dueño que le dé una lección en cinco minutos. Corte a: interior, salón de una casa de cualquiera que le acoja (un poco Blanche DuBois en Un tranvía llamado Deseo: «siempre he dependido de la bondad de los extraños»), día y noche. Gill ensaya como un loco durante dos semanas (plano encadenado, cada vez más botellas vacías y ceniceros desbordados). Y por fin Nashville (al cruzar el río Cumberland, Gill pregunta: «¿Qué es ese mal olor?» y alguien le responde: «Nuevo country», vamos: el vomitivo «Nashville sound»), la cálida bienvenida de los Old Crow y la mágica acústica del Grand Ole Opry. Cuando vuelve Critter limpio a recuperar su puesto y, aunque seguirá colaborando en todos sus discos, Gill no sabe qué hacer con su vida, así que rescata viejas canciones, manda unas demos a Nettwerk Records y graba su primer álbum en solitario (ya lleva tres): The Ballad of Lawless Soirez. Nueva Orleáns, trompetas, chicas que aman México pero a ti ya no, mala suerte, noveluchas de 25 centavos, blues, jazz, trenes que se cogen como enfermedades, novela negra, violín, borrachera y un ambiente Southern Gothic como de Tennessee Williams. Flores para los muertos. FM*.

 *FM. En este caso: Fuckin' Masterpiece.  Puta Obra Maestra. Y punto.

HOUSE OF CARDS, USA

 

¿Realmente las intrigas y los vericuetos del poder son tan cañeros y disparatados como nos los presentan en HOUSE OF CARDS, USA?

Pues parece que sí.

El creador de HOUSE OF CARDS, adaptación de la serie británica del mismo nombre producida por la BBC en el año de la polka, BEAU WILLIMON, antes de meterse en el negocio de la televisión, trabajó en las campañas para el senado de CHARLES SCHUMER y HILLARY CLINTON, en las presidenciales de BILL BRADLEY y HOWARD DEAN e incluso en el ministerio del interior del gobierno de Estonia.

Ahí es ná el colega BEAU.

Tres temporadas de trece episodios hasta la fecha, producidas por MEDIA RIGHTS CAPITAL y TRIGGER STREET PRODUCTIONS y distribuida por NETFLIX con la genial idea de lanzar todos los episodios de cada temporada el mismo día, cosa que los pillados de las series les agradecemos profundamente.

Por si hay algún colgado que no sepa lo que es NETFLIX, esta peña son el mayor video club online del mundo que, desde los USA, lleva ya operando en gran parte del globo terráqueo desde hace ya un montón de tiempo y que se supone que en octubre llegará a España.

Ya sabemos que en España las cosas de palacio van despacio.

KEVIN SPACEY, el malo malísimo de "Seven", como FRANK UNDERWOOD, y en el papel de su mujer CLAIRE UNDERWOOD, ROBIN WRIGTH, la guapa princesa de "La Princesa Prometida" a la que sus fans le agradecemos enormemente que no haya caído en la tentación de quitarse las lógicas arrugas de la edad a base de hincharse la cara de botox entrando a formar parte del ejército de mujeres que tiene cara de pato. ROBIN sigue cañón a sus 49.

En fin, juntos, FRANK y CLAIRE UNDERWOOD son como ATILA y su CABALLO arrasándolo todo dentro de la política gringa hasta lograr su objetivo que es llegar a lo más alto del poder, eso es LA CASA BLANCA.

¿Lo conseguirán? Bueno, para saber eso hay que ver la serie.

Manipulación de poder a tope que seguro que en un tono más casposo se podría trasladar a nuestro país.

Ya hay firmada cuarta temporada para el 2016. ¡Bien!

 

CURTIS HARVEY

Box Of Stones
(Fatcat Records, 2009)

Primero fueron las calles de Brooklyn con aquella banda de «slowcore»* llamada Rex, allá por el año 94, luego vendría esa cosa tan suburbial y tan de culto que duraría solo dos discos, los «alternative indie folk»** Pullman de Chicago, seguida de esa otra cosa más enérgica, más californiana, la no menos efímera banda de «progressive hardcore/noise rock»*** que fue Loftus, todo muy cansino, ya ven, hasta que Curtis decidió formar un trío de urgencia, perecedero, solo para grabar su despojada versión del «Changes» de Black Sabbath en plan «neotradicionalista»****, y dar a continuación el siguiente paso lógico en su involución personal que fue mandar todo a tomar por culo y encerrarse en su casa para perpetrar lo que vendría a ser su primer álbum en solitario (y lo de solitario va completamente en serio: sin ayuda de nadie, a una sola toma, haciendo agujeros en las paredes para llevar el cableado hasta el sótano y tocando todos los instrumentos: botes, lápices y sartenes incluidas), este glorioso Box of Stones. ¿Etiquetas? «Canciones solitarias a la luz de la lumbre, junto al carromato, con coyotes aullando en los cerros, viento entre las ramas y pocas, muy escasas, posibilidades de recuperar a tu chica que apostó por aquel otro vendedor de ungüentos mágicos aún menos fiables que los tuyos», o si lo prefieren «blues oscuro de carnaval». Música de sótano. Y whisky.

*Aquí me ven, reuniendo material para una tesis sobre la soberana soplapollez de las etiquetas: «slowcore», a veces también denominado «sadcore», y disculpen por ese ruido molesto que quizá en este momento les esté perturbando la lectura: soy yo, descojonándome.

**Ídem.

***Ídem de Ídem.

****RequeteÍdem.

PENNY DREADFUL

 

¿Se pueden mezclar en una serie personajes como el DORIAN GRAY de Oscar Wilde con los VAMPIROS de Bram Stoker o con el DOCTOR FRANKENSTEIN de Mary Shelley y no hacer una mamarrachada?

Se puede, y prueba de ello es PENNY DREADFUL.

Pero como decía SUPER RATÓN: "No se vayan todavía que aún hay más".

El Hombre Lobo, Los asesinatos del Museo de Cera, la policía de Scotland Yard, la agencia Pinkerton de detectives cowboys...

En PENNY DREADFUL todo entra y funciona.

Producida por SHOWTIME y la cadena SKY, con dos temporadas de 9 episodios y rodada en Dublín, aunque ambientada en Londres (rodar en Londres salía mas caro que un hijo tonto), ya se esta preparando la tercera temporada. Me congratulo.

Los que solo habéis visto la primera temporada y luego habéis pensado: "Sí, no esta mal, pero tampoco es para tirar cohetes, ya veré la segunda cuando tenga tiempo", os equivocáis. 

La primera temporada está guay, pero la que se sale es la segunda.

Más oscuridad, más horror, más drama y más centrada en el personaje de VANESSA IVES, interpretado por EVA GREEN.

La chica en esta segunda temporada lo pasa muy chungo y se come mucho la cabeza entre el rollo del bien y el mal, y el resultado es una siniestra gozada.

El título de la serie, PENNY DREADFUL, viene de las publicaciones sensacionalistas impresas en papel barato que se hicieron muy populares en la Inglaterra del siglo XIX, vamos, lo que viene a ser el CUORE hoy en día.

Así que, ¿qué mejor serie para entretenerse este veranito?

 

HANK WILLIAMS III

Ramblin’ Man
(Curb Records, 2014)

Andaba Hank III liándola tan campante a cargo del bajo de los Superjoint Ritual, junto a Phil Anselmo (vocalista de Pantera), cuando se puso a vender aquellas camisetas en las que podía leerse «Fuck Curb». A finales de los noventa Hank había firmado con Curb Records un contrato para seis discos, más que nada para hacer frente al pleito por la custodia de su hijo y porque el juez le sugirió/obligó a buscarse «un trabajo de verdad». Así que no le quedó otra que vender su alma al diablo con el Risin’ Outlaw de 1999, álbum que el propio Hank, cada vez que tiene oportunidad, califica de «puto dolor de cabeza» (un año antes de que Curb firmase con Tim McGraw; dato de mierda que apuntamos para subrayar de manera clara y escueta que Curb, básicamente, es eso: un sello de mierda). El caso es que como todo buen sello de mierda (y este lo es, y mucho, aunque a veces se las quiera dar de diferente y «alternativo»), cuando ya Hank se liberó tras mil pullas humillantes (como lo de aquella versión edulcorada del Straight To Hell –que en un principio debería haberse titulado Thrown out of the Bar– para los buenos ciudadanos que compran en Wal-Mart), de su condena de seis discos en Curb sin posibilidad de condicional, el susodicho sello de mierda (en el que también milita su inaguantable papá Hank Jr.) ha seguido sacando material de desguace del artista. Este es el tercero de esa serie (de la que Hank, por cierto, no cobra un solo dólar). Ocho canciones y apenas veintiséis minutos a precio de oro. Hay versiones de Johnny Paycheck, Merle Haggard, Peter LaFarge y ZZ Top. Casi todas aparecidas ya en discos tributo. Aunque son temazos, se trata de un álbum caótico y absurdo. Y a mí, que soy un puto ansioso, los cabrones del sello de mierda me la colaron, una vez más. Y luego la industria tiene los santos cojonazos de quejarse de lo mal que va el negocio. De haberlo sabido, habría hecho caso al bueno de Hank: «No lo compréis, conseguidlo de cualquier otra forma, pirateadlo como si no hubiese Dios y regaládselo a todo quisqui». Pues eso. «Fuck Curb» y a tostar.

RUN

 

Londres no es tan solo esa bonita ciudad donde muchos padres mandan a sus hijos en verano a aprender inglés.

Estoy seguro de que después de ver RUN se lo pensarán dos veces.

Dura, sin esperanza ni concesiones, RUN es un relato de supervivencia en los barrios marginales de Londres. Los barrios donde no se agolpan los turistas con sus cámaras y donde la policía apenas se atreve a entrar, a no ser que sea protegidos con cascos, escudos y porras.

Creada por JONATHAN PEARSON, MARLON SMITH y DANIEL FAJEMISIN-DUNCAN, muy conocidos a la hora de cenar en su casa, hay que decir que los tíos se lo han currado.

Emitida por CHANNEL 4 y producida por ACMA FILMS, esta serie de 4 episodios de 42 minutos, que yo sepa, ha pasado totalmente desapercibida en nuestro país y la verdad no entiendo por qué.

Tal vez porque refleja circustancias y situaciones que también están pasando por estos lares y a algunos no les interesa que seamos conscientes de ellas.

Lo que está claro es que después de ver RUN ya no vamos a mirar igual al mendigo que pide en la esquina o al tipo que trata de vendernos cd´s piratas en la calle.

Yo, como vuestro abogado, os recomiendo verla, no está mal llevarse una bofetada de realidad de vez en cuando.

 

WSNB

Oktibbeha County
(WSNB, 2009)


Solo un par de cosillas. Oktibbeha (pronunciado: «ock-TIB-ee-ha») fue uno de los condados que se establecieron a partir de la cesión Choctaw de 1830. La zona del condado de Oktibbeha perteneció originalmente a los indios Choctaw. Su nombre deriva de un río hoy conocido como arroyo Tibbee. Aquel río marcaba la frontera natural entre la Nación Chikasaw y la Nación Choctaw y en los primeros tiempos fue campo de cruentas batallas, de ahí su posterior traducción como «Aguas Sangrientas». Eso por un lado. Por otro, están ellos. Jason Gardner (alias T-Rex), Clay Ford (alias El Profesor), Nate Brown (alias Papi Grande) y Willie Shane Johnston (sin alias; busquen una foto de él en Google y verán porque no hay huevos para ponerle un mote). Son de Hickory, Carolina del Norte y tras sus misteriosas siglas, WSNB, se esconde la sencillez y la contundencia de su fórmula: «We Sing Nasty Blues»*. Blues desagradable, horrible, sucio, asqueroso, repugnante, ruin, despreciable, molesto, indecente, obsceno, ofensivo, feo, desagradable, mal. Y blanco y pobre. Suena fuerte a cocodrilo, a cenagal, a cerveza rancia y a indio muerto. Vamos: Blues del bueno. 

*Sugerencia: si todavía sigue existiendo alguna tienda de discos, estaría muy bien disponer de una sección que llevase ese nombre: «Nasty Blues» (eso nos ahorraría muchas búsquedas enojosas).

LINCOLN DURHAM

The Shovel vs. The Howling Bones
(Rayburn Publishing, 2012)

Producido por Ray Wylie Hubbard. Eso ya era credencial más que suficiente. Y una Gibson HG22 de 1929. Lo bien que suena eso. Jirones del mítico Son House. Y todo lo demás. No paré quieto hasta que cayó en mis manos. Grabado en el estudio de George Reiff, en Austin, Texas, con Gibsons de principios y mediados del siglo, como la ya mentada (propiedad de Ray Wylie), pero también viejas Kays, Silvertones, Voxs y Bell & Howells acompañadas de mandolinas, armónicas, violines, macetas, cajas de cartón, comederos de pájaros, ladridos de perros, graznidos de cuervos, depósitos de aceite, sierras, cubos de basura, pies y todo lo que sea capaz de hacer ruido. Lo que viene siendo, según define su propia biografía: un Detestable-Hombre-Orquesta-Punk-Gótico-Sureño-Revitalizador-del-Góspel y bla, bla, bla, lo que tú quieras, con un estilo crudo, oscuro y poético del que, en efecto, se sentiría más que orgulloso Edgar Allan Poe (de hecho, más o menos es así como yo pienso que habría sonado Poe en las madrugadas de Baltimore, pasado de láudano y cagándose en Emerson, si en agún momento de inspiración sifilítica le hubiese dado por dejar la pluma y apostar por el banjo). En directo es tremendo. Pero grabado también salpica. Puro pantano.

DEADWOOD

 

DEADWOOD es, sin duda, la serie que contiene todo lo que nos gusta a los amantes de los buenos Westerns.

Tipos duros, fango en las calles, buenos bigotes y poca concesión a las ñoñerías.

La acción se desarrolla en el pueblo que da título a la serie, DEADWOOD, hacia 1870. Antes y después de la anexión del territorio a Dakota del Sur.

Tres temporadas de 12 episodios para ver cómo se las apañan AL SWEARENGEN, el dueño del Gem Saloon; SETH BULLOCK, el sheriff; TRIXIE, la prostituta; Mr WU, cabecilla del barrio chino; CALAMITY JANE o WILD BILL HICKOK, entre la fauna que deambula y se busca la vida en el pueblo.

Entre otras lindezas, DEADWOOD tiene para mí la pelea a puñetazos más bestia y realista que jamás he visto en tv.

Pero no nos equivoquemos, la cosa no va solo de tiros y hostias. Las tramas y los desarrollos de los personajes son impecables, y DEADWOOD posee también diálogos y sentencias filosóficas sobre la vida cojonudas.

Como la que le suelta AL SWEARENGEN a TRIXIE mientras AL se viste antes de una reunión de negocios y después de que TRIXIE le pegue un buen repaso en la cama:

"No quiero hablar con estos soplapollas, pero tengo que hacerlo. En la vida tienes que hacer muchas cosas jodidas que no quieres hacer. Muchas veces es de lo que va la puta vida, una puta tarea después de otra. Pero no te lo puedes tomar a mal, porque si no, tu enemigo te tendrá pillado por las pelotas."

Fue una lástima que al final las productoras RED BOARD PRODUCTIONS, ROSCOE PRODUCTIONS, HBO y PARAMOUNT TELEVISION no llegaran a un acuerdo con el creador de la serie, DAVID MILCH, para seguir con el rollo.

¡Aun así, DEADWOOD se sale!

 

DOCTOR EN ALASKA

 

No he podido evitar ponerme nostálgico con el 25 aniversario de la emisión del primer episodio, el 12 de julio de 1990, de la serie DOCTOR EN ALASKA. 

Y recordar a JOEL FLEISCHMAN, MAGGIE O´CONELL, CHRIS STEVENS, ED CHIGLIAK, MAURICE MINNIFIELD, HOLLING VINCOUER, SHELLY TAMBO, MARILYN WHIRLWIND y RUTH ANNE MILLER, que más que personajes de una serie, se convirtieron en nuestros amigos a lo largo de los 110 episodios repartidos en 6 temporadas, que duró la cosa.

La culpa fue de CBS y UNIVERSAL STUDIOS.

¿Cuántos de nosotros no hemos fantaseado en algún momento de rayadura con mandarlo todo a hacer puñetas, dejar atrás la ciudad en la que vivimos y marcharnos a CICELY a empezar de nuevo, igual que hizo el DOCTOR FLEISCHMAN?

Resulta que CICELY existe en nuestra realidad, se llama ROSLYN y está en el estado de Washington, a una hora y media más o menos de Seattle.

25 años después, igual aún tenemos tiempo. 

Con los calores que nos están apretando estos días estaría de lujo entrar en el BRICK, el bareto de HOLLING, y tomarnos una birra o dos con nuestros colegas de DOCTOR EN ALASKA, que hace tanto tiempo que no vemos. Recomiendo coger un capítulo, el que sea, y sumergirse de nuevo en el mundo de DOCTOR EN ALASKA. 

Yo lo hago de vez en cuando y sigue siendo una gozada.

 

Phil Lee

The Fall & Further Decline of The Mighty King of Love
(Palookaville, 2013)

Me gusta mucho el modo en que lo definió Rick Allen en enero de 2013, cuando Phil Lee sacó este, su cuarto álbum: «Lo que resulta de mezclar un Huck Finn hipster y loco con Jack Kerouac». También decía que si fuese un personaje de On The Road, sería el tipo que va en el asiento de atrás, el extraño recogido en una gasolinera al que Sal y Dean admiran y escuchan con atención reverente cuando les dice detrás de qué vallas publicitarias suele acechar la patrulla de carreteras, en qué «diners» sirven y se contonean las camareras más bonitas, dónde encontrar la mejor tarta de manzana en cada trecho de dos millas de la Ruta 66 y dónde poder parar de emergencia, a cualquier hora del día, sin cita previa, para que te limpien y planchen el sombrero. Se pasó décadas tocando la batería en bandas olvidadas, conduciendo camiones, destrozando motos, rompiendo corazones, transportando «equipamiento», eludiendo a las autoridades y liándola parda dondequiera que fuese, antes de grabar su primer disco, allá por 1999, el ya mítico The Mighty King of Love, con nada menos que 47 tacos bien jodidos. Natural de Durham, Carolina del Norte, pero afincado en East Nashville en compañía de su sufrida esposa, Maggie, de origen teutón, que hace 9 años, cuando su marido afrontaba la crisis de los 50 pasándose horas sentado en el porche, con su «six-pack», eructando y contemplando los atardeceres sobre el río Cumberland, le dijo que necesitaba con urgencia buscarse un hobby. Sabe Dios que tienes razón, le respondió el bueno de Phil. Y esa misma noche, en el garaje, se puso a lanzar cuchillos. Si lo de la música no funcionaba, siempre podría recurrir al lanzamiento de cuchillos. Pero lo de la música ha seguido funcionando. Y cómo. Prueba de ello es esta «Caída & Posterior Declive del Gran Rey del Amor». Y ya ha sacado otro más, Some Gotta Lose…

Sobra decir que lo esperamos en las dependencias de Dirty Works como agua de mayo.

RAY DONOVAN

 

En unos días llega de nuevo RAY DONOVAN con su tercera temporada. Algo fresquito para el verano.

Apadrinada por la cadena SHOWTIME y con dos temporadas de 12 episodios hasta la fecha, RAY DONOVAN, interpretada por el actor LIEV SCHREIBER (joder, el colega, nada menos que cuatro consonantes para empezar el apellido), va de cómo el bueno de RAY se las apaña para ser padre de familia y, a la vez, solucionar a mamporros los problemas de los ricos y famosos a los que representa a través de la firma para la que trabaja en Los Angeles, Goldman & Drexler.

Una especie de Señor Lobo, el personaje de HARVEY KEITEL en PULP FICTION.

Entre medias también está la relación con su padre, JON VOIGHT en el papel de MICKEY DONOVAN, el verdadero figura de la serie, y con sus hermanos. El rol de uno de los hermanos está interpretado por el actor EDDIE MARSAN, que ahora lo está petando en la serie sobre magos JONATHAN STRANGE & Mr NORRELL, una especie de HARRY POTTER para adultos, en su papel de Mr NORRELL.

El único "aggggh" de la serie es la mujer de RAY, personaje encarnado por la actriz PAULA MALCOLSON, nuestra querida TRIXIE de la serie DEADWOOD. La pobre se pasa todo el tiempo histérica y dando voces a RAY para que sea mejor padre y marido. RAY le dice que sí, que va a cambiar, pero en la práctica los gritos de su mujer PAULA DONOVAN, le entran por un oído y le salen por el otro.

En esta tercera temporada tendremos entre los nuevos fichajes al tremendo actor IAN McSHANE (AL SWEARENGEN, dueño del "Gem Saloom" en la serie DEADWOOD) en el papel del billonario Mr FINNEY, y a la ex de TOM CRUISE, KATIE HOLMES, como PAIGE, hija de Mr FINNEY. RAY trata de ayudarlos con sus movidas.

Si no te apetece pensar mucho ni ponerte existencialista, y a todos nos apetece de vez en cuando, con RAY DONOVAN lo tienes fácil.

Entretenimiento de nivel.

 

WILLIAM ELLIOTT WHITMORE

Radium Death
(Anti, 2015)


Lo último de otro de nuestros favoritos. Otro de esos apesadumbrados muchachotes crecidos en una granja de Iowa, subido a un tractor, dando de comer a las vacas, arreglando cercas, espantando coyotes, tatuándose hasta el hígado y escuchando en el granero a los Bad Brains y a los Minutemen sin dejar de profundizar, en compañía de su sempiterno banjo, en las raíces más rústicas de la música norteamericana, para acabar convertido en uno de esos extraños y oscuros folkies que pululan melancólicos y obsesionados con la muerte por los campos desolados del medioeste. Este es su álbum más ruidoso, en el que más claramente se dejan intuir sus influencias rockeras. Así queda de manifiesto desde el primer puñetazo, «Healing To Do», una verdadera descarga de electricidad y percusión, pasando por el enfadado «Don’t Strike Me Down», a lo country boogie, y ese otro temazo que se marca él solito con la única asistencia de una guitarra eléctrica desafinada, «A Thousand Deaths», puro garaje folk, a lo Tom Morello (el Nightwatchman de los Rage Against the Machine, aunque ya quisiera este tener la clase de nuestro querido granjero de Iowa). Claro que también está el baladista solitario de voz bronca y rasposa que no duda en manifestar su adoración por Guy Clark y Ray Wylie Hubbard, los viejos maestros texanos. Dos años ha tardado en grabarlo en el estudio de su primo. La espera ha merecido la pena.

HAPPY VALLEY

 

Ya lo decía COZ hacia finales de los 70 con su tema "Las chicas son guerreras": jugar con ellas es como jugar con nitroglicerina.

En HAPPY VALLEY, miniserie de 6 episodios producida por BBC ONE, nos queda bastante claro.

Ambientada en WEST YORKSHIRE, HAPPY VALLEY toma su nombre del modo en que la policía local denomina a esa zona por sus problemas de drogas.

La sargento CATHERINE CADWOOD, interpretada por SARAH LANCASHIRE, se las ve y se las desea para mantener a raya al violador de su hija cuando este es puesto de nuevo en la calle tras pasar una temporadita entre rejas.

HAPPY VALLEY es una serie policíaca pura y dura, sin efectismos, ni tiroteos, ni mafiosos rodeados de tías buenas, ni persecuciones en coche, en la que se pone de manifiesto que la expresión "tener un par de ovarios" está a la altura de la de "tener un par de huevos".

El tema de los open credits de la serie "Trouble Town", interpretado por JAKE BUGG, está bien, pero si me hubieran dejado a mí, como ya he comentado al principio, habría elegido el de COZ.

Porque no solo de TRUE DETECTIVE vive el hombre, HAPPY VALLEY es una serie más que recomendable.

Y va a haber segunda temporada.

 

OLD CROW MEDICINE SHOW

Remedy
(Ato Records, 2014)

Por culpa de un problema con uno de mis principales «dealers» (que al final resultó ser un miserable ventajista al que habría que embrear, emplumar y expulsar de la ciudad), hay varios discos del 2014 que se me escaparon y que, poco a poco, como ganado huido o extraviado, he conseguido ir devolviendo, sanos y salvos, al corral. Y con ninguno de los rezagados he disfrutado tanto como con este Remedy, el octavo álbum de los Old Crow Medicine Show. Los muchachos de Virginia que allá por 1998 descubriera el mítico Doc Watson tocando en el exterior de una farmacia en Boone, Carolina del Norte, siguen demostrando que la música de los Apalaches está más viva que nunca. A tomar por culo la electricidad. Banjo, mandolina, dobro, violín, contrabajo y guitarra. Y energía punk para cargar de revoluciones el viejo sonido hillbilly de toda la vida. Se trata, por cierto, de su álbum más dylaniano. Ketch Secor y Critter Fuqua vuelven a sumergirse en los «outtakes» de la banda sonora que compuso Dylan para Pat Garrett & Billy The Kid y traman una versión impecable del vals «Sweet Amarillo» (como ya hiciesen en su día con el «Rock Me Mama» que incluyeron en su álbum O.C.M.S del 2004; ¡joder, ya han pasado más de diez años desde aquella conmoción!). Para concluir diré que no puedo por menos de suscribir el secreto de la felicidad que contiene el coro de su segundo tema: «8 perros y 8 banjos, / 8 perros y 8 banjos. / Dime qué necesitas de todas las cosas que hay en el mundo, / dime lo que necesitas mi niña preciosa. / 8 perros y 8 banjos». ¡Pues claro que sí!