THE PINK STONES

You Know Who

(Normaltown Records, 2023)

Hace poco, un par de meses a lo sumo, Chip Midnight, de The Big Takeover, hizo una entrevista maravillosa a Hunter Pinkston, compositor, vocalista y guitarrista, lo que viene siendo el líder, para entendernos, de los Pink Stones, la banda de «country cósmico» de Athens, Georgia, con motivo de este, You Know Who, su segundo álbum de larga duración. Hay que tener arte para todo en esta vida, incluso para hacer una entrevista. Y en esta a la que nos referimos, Chip Midnight, con muchísimo arte, se saca de la manga una pieza exquisita. También ayuda, es verdad, que el entrevistado se deje y, en este caso, se da el hecho feliz de que Pinkston es, para tales efectos, una mina de oro. La cosa no habría funcionado con cualquiera. Más que un interrogatorio, Midnight le propuso a Pinkston ir soltándole palabras o frases al tuntún y que él dijese lo primero que le viniese a la cabeza, una especie de test de Rorschach. Lo primero que le lanza a bocajarro, como no podía ser de otra manera es: NIKKI LANE, (probablemente uno de los motivos por los que la banda haya dado el gran salto y nos hayamos enterado de su existencia por estas latitudes; en el tema del sencillo, bien destacado en la cubierta, «Baby, I'm Still Right Here (With You)», segundo corte del álbum, Nikki Lane se marca un dúo exquisito con Pinkston, un temazo muy a lo Tammy Wynette y George Jones, «o al menos esa era mi intención»). Ya la había visto varias veces en directo, pero un día tocó con Brent Cobb en Athens, los presentó un colega y se fumaron un porro, mano a mano, en el tejado del teatro donde actuaban, hablaron de música y, en algún momento, Pinkston le habló del disco que estaban a punto de grabar y, envalentonado por la gracia de la marihuana y la emoción, le soltó que sería la hostia para ellos que colaborase en un tema. Ella le respondió que sería la hostia para ella hacerlo. Y así fue. Se presentó en el estudio y, en una hora, lo tuvieron. «Ella no puede ser más molona. Y me refiero a un nivel muy elemental. Sin presión ni estrés. Puro compadreo desde el primer momento». La primera vez que tocaron en Nashville, lo hicieron en su tienda de ropa, con muchísimo calor, en una suerte de evento privado durante los fastos del Americana Fest. GEORGE JONES, de niño, en casa, todo era Elvis por parte de madre y mucho rock sureño, Sex Pistols, Ramones y The Clash por parte de padre; pero ya algo más crecidito empezó a surfear por la Wikipedia con las cosas que le gustaban y a extraviarse en el laberinto de los «links». Gram Parsons y Emmylou Harris le llevaron a escuchar a «la zarigüeya» (Parsons lo escuchaba con devoción, lo mismo que hacía Pinkston con Parsons —hay bastante de Flying Burrito Brothers en su música, eso es innegable—). Entendió a la primera por qué le gustaba tantísimo a su ídolo, y se hizo fan. «Yo quiero eso», se dijo. COMIDA FAVORITA DURANTE LA GRABACIÓN DEL ÁLBUM, hay un pequeño restaurante en Athens que se llama Seabear al que estuvo años sin ir porque era joven y pasaba millas del tema de la comida. Ahora trabajan allí unos colegas suyos. Comida de mar, unas ostras de chuparse los dedos. «Vas, empiezas con las ostras, te tomas un cóctel, y luego una tortita de cebolleta con bien de carne de cangrejo, sin escatimar, y te quieres morir de lo bueno que está eso, tío. Voy allí a comer en cuanto cobro o cuando me entra algo de dinero extra, me pillo una mesa y me dejo mis buenos cien pavos sin pensármelo, eso es normalmente lo primero que hago. Además, ponen una música que te cagas, la última vez estaba sonando Bobby Charles». TRABAJO DIARIO, se desloma en una planta de prensado. Lleva ya un tiempo. Ahora es más fácil, porque ha dejado el trabajo físico de manejar la prensa y está en el departamento de ventas, lo que le permite hacer más turismo, por decirlo así, tiene que viajar mucho, y ni tal mal. PELÍCULAS, TELEVISIÓN, LIBROS, está como loco por ver la nueva de Wes Anderson, Asteroid City (de hecho, los Pink Stones parecen la típica banda que Wes Anderson se pasaría escuchando todo el día) y la nueva temporada de The Righteous Gemstones, porque ama a esa gente, son tronchantes. Y de libros, acaba de terminarse por segunda vez Satán es real (traducido por un servidor para mis queridísmos hermanos de EsPop Ediciones), el libro de los Louvin Brothers, es uno de sus libros de cabecera, «ellos, increíbles, y todas esas historias delirantes». También es muy fan de Hunter S. Thompson. UN ÁLBUM QUE TODO EL MUNDO DEBERÍA TENER PERO DEL QUE NADIE HA OÍDO HABLAR, Bottle Bottle de Jim Ed Brown, «acabo de hacerme con una copia, una cosa bastante oscura. Me flipa, buen honky tonk de los sesenta», y cualquier cosa de Jim Reeves, ¿qué te voy a contar?, esa voz tan increíble, Good-N-Country, por ejemplo. SORPRESA EN TU LISTA DE CONTACTOS, «es gracioso que me lo preguntes porque, precisamente, anoche estábamos tocando en Macon y, después del concierto, mientras me descuelgo la guitarra y la estoy dejando en el soporte para salir a echarme un piti, alguien va y me agarra del hombro, me doy la vuelta y resulta que es nada menos que Jim Lauderdale, en plan: “Creo que ya nos conocimos un día, pero solo quería decirte que me ha encantado el concierto”. Y me pidió el teléfono para estar en contacto y tal. La hostia». FLEA, «Bua, lo conocí en Whole Foods, durante el rodaje de una peli en Atlanta, Baby Driver. Acababa de llegar a la ciudad como hacía una hora, se alquiló un coche muy loco y se vino desde el aeropuerto a hacer la compra en Whole Foods. Nadie lo reconoció, menos yo. Y, claro, no pude evitarlo, me puse en plan: “Hostia puta, tú eres Flea, tío”. Estuve hablando con él un rato y en un momento voy y le suelto: “Ya sé que es un coñazo, ¿pero podría hacerme una foto contigo? Es tan flipante verte por aquí”. Y él: “Pues claro, hombre. Nos hacemos una en un momento”. Y el caso es que en cuanto nos ponemos a ello, toda la peña de alrededor nos empieza a mirar rollo: “Espera un momento, ¿quién es ese tío”. Y, de pronto, caen en la cuenta: “Oh, joder, es el pavo ese de los Red Hot Chili Peppers”. Momento que yo aproveché para pirarme, mientras todos se le echaban encima». Ja, ja, ja, ja. Genio y figura. Más «resalao» ya no los fabrican. Y este segundo álbum al frente de su gloriosa banda, al igual que el primero (pero con más porros en su haber) suena a toda esa simpatía, humildad y buen rollismo con el que van siempre por la vida (pese a todo, que no es poco). Lo destilan. Suenan de puta madre, y, en un visto y no visto, te alegran el día. Fiesta, gozo y alegría. Con ellos, toda la vida es viernes.