ARENAS MOVEDIZAS

 

Los pijos también tienen su corazoncito. 

¿Acaso lo dudáis?

A veces puede ser ñoño y a veces puede ser retorcido, como en el caso de los protagonistas de Arenas movedizas.

Muñecos rotos, mentes podridas por todo el dinero al que pueden echar mano.

Difícil de entender para los simples mortales que nos rompemos los cuernos para llegar a fin de mes, pero se ve que su dolor existencial es real.

El dinero no lo es todo, pero cómo molaría tener un buen fajo de billetes en el bolsillo, como los pijos de por aquí cuando van al Rocío a desparramarse a la salud de la Virgen. 

Luego ya confesarán sus problemas de conciencia por derrochar a lo loco ante el cura, y asunto zanjado.

Encima, los pijos problemáticos que se retratan en Arenas movedizas son suecos.

El colmo de la pijería para las pobres gentes de la Europa del sur.

Los 6 episodios de Arenas movedizas se pueden ver en Netflix y son cosa buena.

Niños y niñas de papá, desparramando con el sexo, las drogas y las armas, entre mansiones y coches de lujo.

Cien por cien recomendable para ver el lado salvaje de los que visten con polos y vestiditos de colores pastel.