MIKE PLUME BAND

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Born By The Radio

(Songharvester, 2018)

Sentir que has esquivado una bala, o lo que es lo mismo, volver con tu familia a Edmonton, al río Saskatchewan, al este de las Rocosas canadienses, después de pasarte veinte años en Nashville. Eso sí, hay que reconocer que estuvo bien mientras duró. Todos sus héroes estaban o estuvieron allí. Podemos imaginárnoslo como a Stephen Dorff en Wheeler, con esa misma expresión de pura emoción al ver el Grand Ole Opry, el Bluebird, el Tootsie's Orchid Lounge. Y ya sin mito, como él mismo ha dicho en alguna entrevista, pasados los primeros asombros, sin llegar a morir en la cumbre, esquivando, en efecto, la bala, o como en el caso del bueno de Wheeler, el trágico accidente catapultador, adaptado y regurgitado por la ciudad: ver a Jack White, de los White Stripes, llevando a sus hijos al colegio, sí, vale, eso puede estar muy bien, es muy humano y tal, pero quizá también signifique que ha llegado el momento de irse. Sentir que la cosa se ha vuelto un poco formularia, bolos y radio. Esa sensación de sacar discos solo para tener algo nuevo que vender en los conciertos, en los muchísimos conciertos. Y sentir que cuanto más vive en Estados Unidos, más canadienses se vuelven sus canciones. Referencias constantes a Sault Ste. Marie, Ontario, por poner solo un ejemplo, el reclamo de lo que viene siendo su inherencia, eso que ellos llaman el «canuckleness», traducido a lo bestia como «canucklismo», una especie de «saudade», que no es otra cosa que morriña, sentirse y ser de origen canadiense y que te gusten los donuts (especialmente los de Tim Horton), las mujeres y el hockey, puede que no todo a la vez, según afirman los más sentidos, aunque todo a la vez no duela. Por no hablar, claro, del nuevo sonido country (Tim McGraw y su cochina descendencia, todo ese «outlaw» de pose y palo), ni del clima político (Trump y sus mierdas). A tomar por culo la doble ciudadanía. Ha llegado el momento de volver a casa (su mujer y su hija se lo ruegan: «Tenemos que hablar seriamente, necesitas volver a la carretera, en eso eres bueno y, además, es lo único que sabes hacer, para qué nos vamos a engañar») y así queda dicho en la primera línea de la primera canción de su nuevo disco grabado en Canadá, este Born By The Radio con el que vuelve a emocionarnos, en la que habla del impulso rebelde con el que uno decide, por fin, regresar a Alberta. Y una vez allí, recuperar la calma y el tiempo (seis meses, nueve canciones, treinta y cinco minutos), y también la rabia, el viento del oeste que Levon Helm (curiosamente el único miembro no canadiense de The Band) identificó en su música el día que estuvieron ensayando en su casa de Woodstock, allá por el año 2000, recuperar el gruñido de la pradera. Y volver a poner el marcador a cero.