JERRY JOSEPH

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The Beautiful Madness

(Décor Records, 2020)

Patterson Hood, de los Drive By Truckers, lo comentó hace unos meses, de pasada, en una entrevista. «Le estoy produciendo un disco a un tipo que, probablemente, no conozcáis, pero que os va a volar la cabeza». El tipo, Jerry Joseph, no es nuevo en esto. De hecho, este es su vigésimo noveno disco y su nombre consta en el Oregon Music Hall of Fame. Hace alrededor de ciento cincuenta bolos al año (no solo en América y en Europa, también en el Líbano, en Israel, en Irak, en la India, muchas veces en zonas de guerra y en campos de refugiados). Es, aparte, el artífice de Nomad, una organización sin ánimo de lucro cuyo objetivo es dar clases de rock and roll a adolescentes desterrados en áreas de conflicto. Ha donado guitarras y enseñado riffs en campamentos de Kabul, Afganistán, y de Sulaymaniyah y Duhok, en el Kurdistán iraquí. Lleva grabando discos desde los ochenta con los Little Women. Se metió de todo en los noventa tocando con los Jackmormons de Utah. Compuso varias canciones para los Widespread Panic. Formó parte, ya limpio, de los Stockholm Syndrome y, ya en 2016, sí, en efecto, era aquel señor que abría los conciertos de la gira de despedida de los Richmond Fontaine. En resumen, y en palabras del propio Patterson Hood: «Es la puta hostia» [«… he's really fucking great»]. En The Beautiful Madness lo acompañan, y se nota, los Stiff Boys, el nombre con el que Jerry, en homenaje a los viejos grupos punk de finales de los ochenta, ha bautizado para la ocasión a los Drive By Truckers. Los de Alabama hacen gala de la misma pegada y la misma fuerza que suelen desplegar en sus grabaciones, el mismo motor engrasado. Honestidad en carne viva y rabia furiosa. Hasta, por primera vez en años, se reincorpora Jason («estoy hasta en la sopa») Isbell a su vieja banda para ponernos los pelos de punta con su slide guitar en el tema cumbre del disco, el faulkneriano «Dead Confederate», una narración desgarradora sobre el Sur vencido y la herencia funesta (dice Patterson Hood que la primera vez que Jerry la tocó en su casa, su esposa no pudo contener las lágrimas), un corte valiente y descarnado que casa muy bien, por cierto, barriendo para casa, con nuestro reciente Manifiesto Redneck Rojo: el peso de la historia, el dolor, los prejuicios, el odio racial, la derrota, el orgullo y la redención. En este caso, desde la perspectiva de la voz desafiante de una estatua confederada derribada. Para Hood, una canción que es la digna sucesora del tema «Rednecks» del Good Old Boys, el cuarto disco de estudio y obra maestra del inmenso Randy Newman. El objetivo de Hood en la producción ha sido de lo más simple: «Considero que Jerry es uno de los mejores cantautores de nuestra generación y quería hacer un álbum que, por encima de todo, respaldase ese argumento. Capturar las canciones en sus formas más puras, con las ornamentaciones mínimas, nada que no se ajustara como un guante a la narrativa». Jerry lo cuenta así: «Los tíos esos de los Drive By Truckers, se me sentaban delante en el estudio de Mississippi [Dial Back Sound, el estudio de Matt Patton en Water Valley], y era casi como si estuviésemos en el colegio. Me decían: “Cuéntanos la historia”. Así que yo iba y les contaba la historia que había detrás de cada canción, luego oíamos la demo y a continuación la grabábamos». Sin más. Enérgico y crudo. Tremenda sorpresa y tremendo descubrimiento. Gracias una vez más, señor Hood.