OLD CROW MEDICINE SHOW

Remedy
(Ato Records, 2014)

Por culpa de un problema con uno de mis principales «dealers» (que al final resultó ser un miserable ventajista al que habría que embrear, emplumar y expulsar de la ciudad), hay varios discos del 2014 que se me escaparon y que, poco a poco, como ganado huido o extraviado, he conseguido ir devolviendo, sanos y salvos, al corral. Y con ninguno de los rezagados he disfrutado tanto como con este Remedy, el octavo álbum de los Old Crow Medicine Show. Los muchachos de Virginia que allá por 1998 descubriera el mítico Doc Watson tocando en el exterior de una farmacia en Boone, Carolina del Norte, siguen demostrando que la música de los Apalaches está más viva que nunca. A tomar por culo la electricidad. Banjo, mandolina, dobro, violín, contrabajo y guitarra. Y energía punk para cargar de revoluciones el viejo sonido hillbilly de toda la vida. Se trata, por cierto, de su álbum más dylaniano. Ketch Secor y Critter Fuqua vuelven a sumergirse en los «outtakes» de la banda sonora que compuso Dylan para Pat Garrett & Billy The Kid y traman una versión impecable del vals «Sweet Amarillo» (como ya hiciesen en su día con el «Rock Me Mama» que incluyeron en su álbum O.C.M.S del 2004; ¡joder, ya han pasado más de diez años desde aquella conmoción!). Para concluir diré que no puedo por menos de suscribir el secreto de la felicidad que contiene el coro de su segundo tema: «8 perros y 8 banjos, / 8 perros y 8 banjos. / Dime qué necesitas de todas las cosas que hay en el mundo, / dime lo que necesitas mi niña preciosa. / 8 perros y 8 banjos». ¡Pues claro que sí!

EILEN JEWELL

Sundown Over Ghost Town
(Signature Sounds, 2015)

Siempre que escucho a esta chica de Boise (Idaho), me acuerdo de aquella otra chica de Boise (Idaho) que se estaba construyendo una casa de troncos en las Smoky Mountains y que una vez, cuando yo fui el extranjero de la canción de Leonard Cohen, perdido en Elko (Nevada) y «esperando la carta más alta», siguió mi rastro hasta aquel hotel vacío de Salt Lake City en su viejo Chevrolet Impala, solo para verme. Todo surgió espontáneamente en uno de aquellos casinos tristes de Elko, hablando de las canciones tristes de Josh Ritter, otro cantante triste de Idaho, un sitio bastante triste, y acabó a los pocos días en un restaurante italiano (también bastante triste) de Salt Lake City (ciudad triste dónde las haya), antes de volverme para España (hablando de tristezas: España 2010). «Ya te dije cuando llegué que era un extranjero». Luego nos intercambiamos un par de emails y ya. No he vuelto a saber de ella. Me la imagino ahuyentando a los coyotes desde el porche de su casita de troncos… Este último fantástico disco de Eilen Jewell, que no baja la guardia, que ha vuelto a marcarse otra obra maestra, ha hecho que me acuerde de aquellos días. El tema «Green Hills» es ella: ciudades tristes llenas de fantasmas, silos abandonados en carreteras estatales, vías oxidades, manos con cicatrices, botellas vacías… Amy, de Idaho.

CHRIS STAPLETON

Traveller
(Mercury Nashville, 2015)

Diré, para empezar, que la cosa no podía sonar peor, por mucho Rolling Stone y mucho American Songwriter que lo avalase (o precisamente por eso). La verdad es que nunca he sido muy fan de los Steeldrivers, y las credenciales de haber escrito hits para gente tan lamentable como George Strait, Tim McGraw o Brad Paisley no auspiciaban nada bueno. El single que da título al álbum me dejó bastante indiferente y el cuarto tema, con ese deje de heavy ochentero mal, estuvo a punto de hacerme tirar el disco a la basura. Pero, de repente, a partir del tema 5, «Whiskey and You», se produce la magia y el disco ya no baja de nivel hasta el final. Puta maravilla. Outlaw del bueno, con su puntito de soul (el Sometimes I Cry con que cierra el álbum es demoledor). De una solidez sorprendente. Herencia Waylon Jennings & Company muy bien digerida. En la senda de lo mejor de ese otro grande que es el nuevo Jamey Johnson (el de después de la cárcel). Un infiltrado en el «mainstream» que puede depararnos muchas alegrías. Y a destacar el acierto de haber contado con el grandísimo Mickey Raphael a la armónica.

BANDITOS

Banditos
(Bloodshot Records, 2015)

Cuando aún no habíamos terminado de gastar (de tanto oírlo) el fantástico disco de Cory Branan (del que ya hablaremos más adelante), van los buenos de Bloodshot Records y nos vuelven a sorprender con otro discazo. Ya hace tiempo que «mi amigo el entendido» me venía amenazando de la llegada a la ciudad de estos Banditos de Birmingham, Alabama. Y la verdad es que están a la altura de lo que esperábamos. Rock sureño del bueno, con toda su guasa y su alegría. Sin aditivos. Con su banjo, su kazoo y su actitud punk, a lo Jason & The Scorchers. Subidón fuerte. Y tremenda la voz de Mary Beth Richardson en esos temazos que podrían muy bien haber firmado nuestros queridísimos Detroit Cobras. ¿Os acordáis del título de aquella canción tan llorona y cursi de Paul Simon, «Still Crazy After All These Years»?, pues bien, en manos de los Banditos se ha convertido en «Still Sober After All These Beers» y poco más se puede añadir a eso, salvo que haya algún buen samaritano por ahí que nos los traiga de gira próximamente, porque tienen que tener un directo de aúpa. ¡Yeeeeeeeeeeeeehaw!

JOHN MORELAND

High On Tulsa Heat
(Old Omens/Thirty Tigers, 2015)

«Este es un disco sobre casa, lo que quiera que sea eso». John Moreland, cada vez más grande, tanto física como artísticamente, ha grabado este tercer disco en solitario, de manera rápida e informal, en muy pocos días, en casa de sus padres en Bixby, Oklahoma, suburbio de Tulsa, aprovechando que estaban fuera de la ciudad, de vacaciones. «Mi amigo el entendido» dice que si el Bruce Springsteen de Nebraska escuchase este disco, se retiraría al bosque a llorar y no volvería a grabar en su vida. Tristeza polvorienta sin concesiones ni sentimentalismos (herencia digerida de su etapa punk y hardcore adolescente). Después de escuchar el pobrísimo último disco de Rodney Crowell & Emmylou Harris (música de funcionarios, como la llama «mi amigo el entendido») el reencuentro con John Moreland no puede ser más esperanzador. Además, nos gusta especialmente por contar como ingeniero y a cargo del dobro con el grandísimo Jared Tyler, a quien tuvimos la suerte de conocer personalmente en la reciente gira que hizo por España acompañando a Malcolm Holcombe (con quien conspiramos para hacer algo en Dirty Works en el futuro, si todo va bien). Estamos hablando de gente de esta calaña. Autenticidad en estado puro. Música que raspa. Solo apuntar que si sois fans de la serie Sons of Anarchy habréis escuchado al menos tres canciones de John Moreland. Inmenso, en todos los sentidos de la palabra.

AMERICAN AQUARIUM

Wolves
(Independent, 2015)

Tengo un amigo que sabe mucho de esto. Me dice que prefiere seguir en el anonimato, así es que aquí y en lo sucesivo me referiré a él como «mi amigo el entendido» o «el entendido» a secas. Pues bien, «mi amigo el entendido» afirma rotundamente que este es, sin duda, el disco del año. Hay que decir que en lo que va de año ya le he oído decir lo mismo, y con la misma rotundidad, de al menos otros seis o siete discos, pero no le digo nada (por lo de su amenazante rotundidad y porque sé que si se lo digo se va a deprimir honda e inconsolablemente y luego no va a haber quien le aguante). Pero lo cierto es que con estos Wolves la banda de Raleigh, Carolina del Norte, se sale del mapa. Estrenan sello y han grabado en Asheville, tierra de F. Scott Fitzgerald y de Thomas Wolfe. Eso repercute. Coincido en que puede que sea su mejor disco hasta la fecha. Dice «el entendido» que el siguiente paso lógico solo puede ser la disolución de la banda y el comienzo de la carrera en solitario de su líder, BJ Barham. Ya veremos.

JAMES McMURTRY

Complicated Game
(Complicated Game, 2015)


«Cariño, no me grites cuando estoy limpiando la escopeta». Así comienza el primer tema del noveno álbum de estudio de James McMurtry. 12 nuevas canciones como 12 nuevos relatos breves de puro realismo sucio y descarnado de quien vuelve a destacarse como digno heredero de su padre, el galardonado escritor texano Larry McMurtry (Paloma Solitaria, Hud, La última película…). Inmediatez de porche trasero. Historias periféricas de perdedores y carreteras solitarias. Mucho más acústico que sus discos anteriores y con presencia destacada del banjo. Obra maestra. Claramente, los pecados de los padres los heredan los hijos (aún no hemos escuchado el disco con el que ha debutado el nieto, el hijo del hijo, Curtis McMurtry, ya os contaremos si es o no también digno heredero de «la vieja religión»).

JOE FLETCHER

You’ve Got The Wrong Man
(Wrong Reasons Records, 2014)

En este disco el bueno de Joe se desembaraza de sus Wrong Reasons y graba sin banda, de un modo descarnado. El resultado es brutal. Parece una de las viejas grabaciones de Lomax. Grabado en la carretera, en múltiples localizaciones de su Nashville natal. No hablamos del Opry, ni del Ryman, ni del Country Music Hall of Fame. Es el Nashville de la puerta de atrás. El Nashville oscuro de los moteles residuales y los vertederos. Crudo y grumoso. Las fotografías de la cubierta son del grandísimo Joshua Black Wilkins, otro pajarraco del que nos ocuparemos más adelante, y la música suena exactamente a lo que se ve en las fotos. El tatuaje de Woody Guthrie es una auténtica declaración de principios. Disco árido y polvoriento. Escúchese con un buen vaso de moonshine.