THE TERROR

 

Nunca en mi vida he montado en un crucero, ni pienso hacerlo. Me parece una pesadilla estar encerrado en un centro comercial flotante, en una habitación enana llamada camarote y rodeado de océano por los cuatro costados. 

Además, en cuanto algo se tambalea sobre el agua, me mareo. Da igual que sea un transatlántico, un velero, un ferry, una lancha neumática o un bote. Soy de tierra firme y eso es lo que hay.

Eso no quita que la estética y la parafernalia de los viejos barcos de madera me flipe. Antiguos timones, anclas, mástiles, las tallas de madera de la proa, las escotillas, la brújula…, todo barnizado con la pátina del paso del tiempo, son objetos que cuentan historias. Eso sí me va.

En la época victoriana, allá por 1845, la Corona Inglesa, en su afán por encontrar nuevas rutas de comercio a través de los mares, manda a los barcos EREBUS y THE TERROR a explorar el último paso del noroeste; y la cosa se lía.

Ambas naves quedan atrapadas en el hielo. 

Con las estrecheces, el hambre, las enfermedades y la falta de perspectivas de salir con vida, los 129 tripulantes se enzarzan en una pero buena, buena.

Canibalismo y envenenamiento épico, escorbuto, luchas de poder y desobediencia, liderazgo y falta de él: eso es THE TERROR.

También mucho frío, la verdad.

Diez capítulos que cuentan entre las productoras principales con SCOTT FREE PRODUCTIONS. Gracias a Dios, el bueno de RIDLEY SCOTT se ha limitado solo a eso, y ni participa en el guión, ni dirige. 

Emitida por AMC, por estos lares se puede ver en MOVISTAR y sin necesidad de marearse en un barco, desde el sofá, que es lo suyo.